Editorial clandestina

Por Nicolás Folcoff

Solemos mirar los diversos mundos que habitan el mundo desde nuestra ventana cotidiana. Aquella abertura que el recinto de nuestro cuerpo posee apuntando hacia el exterior de nosotros mismos. En algunos casos es apenas una claraboya por la que se filtra un tenue rayo de luz. En otras ocasiones esa abertura es un amplio ventanal , una enorme puerta de acceso hacia otros mundos. Pero de todos modos, aquel que está frente a una ventana y observa a través de ella se pregunta inevitablemente, que habrá allá afuera. Y cada vez que un paisaje innovador se presenta ante los ojos el interés por abarcarlo se acrecienta inconteniblemente. Porque se genera un magnetismo inevitable hacia lo otro, que parece lejano y distante pero que a la vez se encuentra ahí cerca, tangible. Lo innovador no es necesariamente lo más nuevo, sino mas bien aquello que nunca antes se nos había presentado de ese modo. Ciertas veces, lo que nos parece innovador tambien nos resulta familiar. Hay un grado de identificación necesario que estimula nuestro interés. Algo que nos llama la atención en ese objeto en parte extraño y nuevo que nos reclama. Es por eso que en lo inédito, en lo oculto, podemos rastrear ciertas raíces, que se hunden desde nuestro presente hacia un pasado común. Y lo que parecia estar separado comienza a unirse. Y aquella innovación que parecia distante se acerca hacia nosotros armónicamente.
Africa y su música continuamente nos hablan, nos cuentan historias, nos describen su mundo y de algún modo transportan a nuestro presente un pasado ancestral que nos hace sentir cerca, en conjunción con aquel universo que se constituye musicalmente. Y esos sonidos que parecían tan otros, tan lejanos, resultan ser parte de las raices desde las cuales nuestro mundo cotidiano se despliega. Es por eso que detrás del mundo hay otro mundo: el de los silencios que se transforman en sonidos. Un mundo en el cual lo oculto es trasfondo de lo visible. Donde la innovación y lo extraño es tambien un modo de leer nuestra propia historia. La música africana nos habla de un mundo diverso, plural e inagotable, que retorna una y otra vez y se despliega ante nosotros cada vez que la pregunta ¿Quiénes Somos? Se transforma en música.

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