Casos y Letras: Heráclito

Por M. Emilia Sganga

Preguntarnos por el origen del cosmos, por la causa primaria, por la existencia misma, es una de las cualidades presentes (sino la más presente) del desarrollo de la humanidad. Intentar dar respuestas inmiscuidos en ciertos (modernos) imaginarios que van dando lugar la emergencia de ciertas proposiciones, ha llevado a hombres y mujeres a esbozar respuestas dentro de un marco de referencia.


Así una de las posibles respuestas fue generada por los filósofos presocráticos o “naturalistas” quienes comenzaron a identificar los principios de la realidad con entidades materiales.

Si bien el recorrido y los posibles abordajes de esta corriente han llevado a extensos estudios y discusiones, aquí haremos hincapié al desarrollo de las principales líneas escritas por el filósofo griego Heráclito de Éfeso.

Aunque por las distancias tempo-espaciales es poco el conocimiento que se tiene sobre su propia biografía, existen algunos datos que permiten reconstruir no solo sus principales postulados sino también algunos rasgos de su vida.

Haráclito, fue un filósofo griego nacido en Éfeso, actual Turquía, alrededor del año 540 A.C. Fue conocido como el Oscuro por su escritura enigmática y hermética. El libro que de él nos queda, por su contenido se titula De la naturaleza, y se divide en tres discursos: Del Universo, De política y De Teología. En estos escritos su hermetismo se ha interpretado como para que sólo se leído e interpretado por eruditos. El desprecio de Heráclito por el común de los mortales concordaría con sus orígenes, pues procedía de una antigua familia aristocrática, y que sus ideas políticas fueron contrarias a la democracia de corte ateniense.

Centrándonos en sus postulados, Heráclito afirma que: “Este mundo, el mismo para todos los seres, no lo ha creado ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que siempre fue, es y será fuego eternamente vivo, que se enciende con medida y se apaga con medida."

Para Heráclito el mundo entero nace y perece en el fuego para luego renacer. He aquí la imagen del "ciclo cósmico", la temporalidad es el fluir de los ciclos:
"No es posible descender dos veces al mismo río, tocar dos veces una sustancia mortal en el mismo estado, sino que por el ímpetu y la velocidad de los cambios se dispersa y nuevamente se reúne y viene y desaparece."

De esta manera, Heráclito da respuesta al origen de los fenómenos naturales, procurando al fuego el papel de causa originaria. El universo, según él, está constituído por contrarios perpetuos, convirtiéndose en la condición del devenir de las cosas, su ley y principio. Así el equilibrio del cosmos se mantiene por la interacción constante entre los opuestos, garantizando que el cambio en una dirección acabará por conducir a otro cambio en la dirección contraria.

Para Hráclito el fuego es el elemento que origina al mundo, dado que el fuego condensado se transforma el licor, agua. Que el agua condensada se vuelve tierra, y esta a su vez se vuelve agua. Así todas las cosas se generan por contrariedad y fluyen. Para él el universo es finito, el devenir se genera por la lucha de los contrarios. Esa tensión genera el movimiento; por eso a la paz sigue la guerra y a ésta nuevamente la paz. “La guerra es la madre de todas las cosas”, dice Heráclito. La contradicción engendra armonía porque existe una ley única que rige el universo, que todo lo unifica y orienta.

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