Casos y Letras: Wole Soyinka

Por M. Emilia Sganga

Crear un lenguaje que denuncie la indecencia del poder, en palabras del poeta: “Cuando el poder se pone al servicio de una reacción maligna, hace falta crear un lenguaje que intente apropiarse de esa indecencia del poder y le arroje a la cara sus excesos”, y en ese acto de arrojo es donde encontramos su obra.


Wole Soyinka, desde la dramaturgia, el ensayo, la actuación y la poesía intenta dar voz a esas palabras que lastiman y que fueron lastimadas.

Nació en 1934 en Abeokuta, Nigeria. Sus padres fueron yorubas de Ijebu y Egba, y pertenecían a una pequeña comunidad cristiana, raíces que permanecerán como telón de fondo en todas sus obras. Los primeros pasos de Soyinka fueron en la música y en el teatro. A los 18 años ingresó a la Universidad de Ibadán donde comenzó a dedicarse a la escritura poética y creó un periódico estudiantil. En 1954, se le otorgó una beca para culminar sus estudios en la Universidad de Leeds, en Inglaterra, donde comenzó una maestría en artes que abandonó por un ofrecimiento de empleo en teatro.

Tras regresar a Nigeria fundó el grupo de teatro Masks, en 1960, donde produjo sus propias obras. Este grupo teatral se caracterizó por una fuerte crítica social desde la sátira. En 1964 fundó la compañía de teatro Orisun y paralelamente da clases de teatro y literatura en las universidades de Lagos e Ibadán. También fue co-fundador de la Asociación Dramática de Nigeria.

Frente a la Guerra Civil de Nigeria el escritor propuso en sus textos un armisticio. Por ello, lo acusaron de conspiración con los llamados rebeldes de Biafra y fue arrestado, sin juicio previo ni sentencia formal, fue encarcelado durante veintisiete meses (1967-1969), veintidós de ellos estuvo totalmente incomunicado. A lo largo del cautiverio, Soyinka escribía donde podía, privado de lápices y papel, trataba de rayar las paredes, de ejercitar su memoria y de escribir en paquetes de cigarrillos, papel higiénico e incluso entre las líneas de algunos libros que pudo conseguir en secreto. Parte de ese material se convertiría más tarde en sus memorias El hombre muerto, mientras que otra parte tomaría la forma de Poemas desde prisión y Lanzadera en una cripta (1972).

Más tarde publicará Poemas del África Negra, escrito en 1975, Ogun Abibiman, en 1976 y La tierra de Mandela y otros poemas, en 1988.

En sus poemas las imágenes brotan, basadas en la mitología yoruba y en la griega, mezclando lo africano con las tradiciones culturales europeas. Desde sus palabras logra crear un lenguaje directo, donde la identidad africana está siempre por encima de la identidad nacional.

Wole Soyinka fue el primer africano en ser reconocido con el Premio Nobel de Literatura en 1986. Tras la pregunta por si su vida había mejorado tras este premio, la respuesta de Soyinka es contundente: “No, no. Si hubiera podido elegir, si llego a saber lo que iba a significar, le habría rogado a la Academia Sueca que me dieran el dinero y le concedieran el premio a otra persona. Está claro que es imposible, pero yo les habría dicho: “Dadme el dinero sin que nadie se entere y que el Premio Nobel de este año se lo lleve otra persona”.

En 1997, fue acusado de traidor por el gobierno militar del dictador Sani Abacha, y así Wole Soyinka se exilia en Estados Unidos, donde comenzó a desempeñarse como profesor universitario. Para 1999 Nigeria retornó a un gobierno civil y Soyinka fue rehabilitado. En la actualidad reparte su tiempo entre Nigeria y EE.UU. como profesor universitario.

En su obra poética se construye y se reafirma una pertenencia colectiva, la africana, con su permanente arraigo y desarraigo, en constante diálogo. Lo que marca en Soyinka un compromiso político que declama que la comunidad internacional debería deshacerse, de una vez por todas, de la triste idea que existe una jerarquía de culturas y fortalecer los mecanismos de intercambio cultural, donde el diálogo y la construcción van dando forma a universos discursivos capaces de enunciar y denunciar el poder que oprime y que se hace invisible.



De “Poemas del pan y la tierra”
(Lanzadera en una cripta, Wole Soyinka)


Ujamaa
(Para Julius Nyerere)


El sudor es levadura para la tierra
no su tributo. La tierra henchida
no desea homenaje por sus labores.
El sudor es levadura para la tierra
no un homenaje para un dios en su fortaleza.
Tu manos de tierra negra desencadenan
la esperanza de mensajeros de la muerte, de
caninomanoides endogámicos que resultan
más macabros que La Parca, insaciables
predadores de la humanidad, su carne.
El sudor es levadura, pan, Ujamaa
pan de la tierra, por la tierra
para la tierra. La tierra es la gente.

No hay comentarios: