EDITORIAL
Un pequeño territorio de oriente próximo ha sido el desencadenante de uno de los mayores conflictos étnicos, religiosos y políticos que hoy aquejan a la humanidad. Una porción territorial que bajo el mandato del gobierno británico se llamaba Palestina y que hoy es conocida como Israel, posee una larga y compleja historia. Antes de haber sido dividida entre árabes y judíos, antes de estar en manos de los británicos (quienes efectuaron dicha división) e incluso antes de haber sido parte del imperio otomano. Esta latitud formaba parte en tiempos bíblicos de la tierra de Canaan, centro de constantes conflictos y disputas entre diversas tribus y pueblos.
Palestina, Judá, Israel, Siria son nombres que remiten a esta región en la cual se asentaron las bases de la civilización tal como la conocemos hoy. Allí nacieron las antiguas ciudades de Jericó hoy Cisjordania y de Jerusalén, capital actual de Israel. Desde tiempos bíblicos también esta latitud fue proclamada por los descendientes de las tribus hebreas como la tierra prometida y así lo han sostenido hasta el día de hoy.
A su vez, lo que hoy se conoce como Israel ha sido tierra de paso y punto intermedio entre las florecientes civilizaciones del Tigris y el Eufrates por un lado y del valle del Nilo por el otro. Una región clave, un punto estratégico punto de encuentro y también de hostilidad entre distintos pueblos y culturas. Allí nació de hecho el alfabeto occidental y la religión monoteísta. Pero donde nace el conflicto también puede surgir la unión y aquello que separa a los pueblos es muchas veces lo mismo que los acerca. Desembarcar en tierra Israelí es bucear en la multiplicidad étnica que refleja similitudes y diferencias. En su música, el árabe y el hebreo se entremezclan, los timbres de instrumentos ancestrales que remiten a distintos lugares de cercano y medio oriente, también se extienden hacia el Mágreb al norte de áfrica, desplegando un manto que no conoce fronteras políticas ni divisiones. Es por eso que retornando al punto clave de conflicto, indagando en los sonidos del lugar donde se inició la división y la hostilidad entre los pueblos, tal vez podamos vislumbrar y concebir un elemento de unión y pacificación que se va construyendo a partir de la música sin mapa y sin fronteras que una vez mas, en Sonidos Clandestinos, viene llegando.
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