El mito de la sirena del Río Uruguay es una de esas clásicas leyendas que desde tiempos inmemoriales seduce la imaginación de los hombres de todo el litoral oeste de Uruguay.
Se dice que es un familiar lejano de la sirena mitológica pero a diferencia de esta es un ser solitario y grotesco que asoma de tanto en tanto en la superficie del río Uruguay.
Se dice que tiene extremidades, pero estas no son los tiernos brazos de una náyade, sino unas especies de tentáculos provistos de largas garras y de aletas.
Aquellos que dicen haberla visto describen que tiene abundantes cabellos, pero éstos no son finos y delicados, sino verduzcos y pinchudos. Sus ojos son amarillos y saltones, y no tolera la luz. Su piel, brutalmente salpicada de erupciones, es de un color gris piedra que le permite un camuflaje sin igual en las oscurecidas aguas del río.
La pobre criatura vaga de aquí para allá, desamparada, sin otra compañía que la corriente del río y la ocasional cercanía de otros peces que el azar de las aventuras pone en su camino. Dicen que es probable que se trate del último espécimen de su raza
Hubo una época en la que los avistamientos más frecuentes de la sirena del Río Uruguay se realizaron en el puerto de la ciudad. También los pescadores de río adentro, que rastrillan la zona portuaria con sus embarcaciones y sus redes, se ven de ordinario sorprendidos por la visita de este curioso engendro.
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