El corrido mexicano

La gran mayoría de las formas musicales que existen en México tienen su origen en la Europa Occidental, sobre todo en España. Esto es así incluso en aquellas cultivadas desde hace mucho tiempo y de fuerte raigambre popular, como es el caso del "corrido".
El corrido mexicano tiene sus raíces en el antiguo romance español: una canción que narra acontecimientos reales a su manera, pues los dota de una visión épica o heroica con respecto a los hechos o a los participantes; en este sentido, el corrido tiene una línea directa de conexión con los juglares de la Edad Media.
Se trata de una especie de correo vivo que alaba la valentía y el honor de los personajes más queridos por el pueblo. Estas composiciones musicales son épicas, narran hazañas guerreras y combates de una persona o un grupo, a quienes se les rinde homenaje y se les demuestra respeto dedicándoles una canción que, a fin de cuentas es la historia del pueblo contada por el y para el mismo pueblo.
El corrido es una forma musical y literaria popular del área cultural mestiza mexicana. Derivada a lo largo del siglo XVIII, entre otras formas populares traídas de Europa, en su forma mejor conocida consiste de:

1. Un saludo y presentación del cantor y prólogo de la historia;

2. Desarrollo de la anécdota;

3. Moraleja y despedida del cantor.

Aunque en la actualidad existen numerosas variantes de corridos, en su forma más común está formado por 20 y hasta 30 cuartetos octosílabos. Su estructura generalmente consta de seis partes, desde la presentación del corridista al público, mención de lugar, fecha, nombre del personaje central, mensaje y despedida.
Hay corridos con temas amorosos, crónicas de sucesos naturales, y desde luego relatos de hechos históricos que vienen desde los días de la Independencia, hasta las convulsiones de la Revolución Mexicana, pasando por los episodios conocidos con el nombre genérico de la Reforma cuando aparece la figura gigante de Benito Juárez, la exótica del Emperador Maximiliano, el perfil de los invasores franceses y el triunfo de la República.
Mediante el corrido el pueblo recoge, difunde y perpetúa las noticias que le afectan, cantándolas en verso asonantando (de ocho sílabas generalmente) con el acompañamiento de la guitarra.

La identidad popular en el corrido


Debido a su fuerte vinculación con el pueblo, en tanto que utiliza su propio lenguaje sencillo, el corrido, aparte de ser una forma de memoria popular, también es una manera de generar y reafirmar una identidad colectiva, en este caso nacional.
Además, al ponderar positivamente los valores propios de una comunidad determinada, el corrido ha sido utilizado como un instrumento de propaganda, para captar la simpatía hacia ciertos grupos o ideas y provocar el rechazo hacia el enemigo.
Con relación a su contenido, el corrido también llena un amplio espectro, pues también trata temas religiosos –como las invocaciones a la virgen de Guadalupe durante la guerra cristera-, hasta acontecimientos importantes e historias reales o inventadas en función al heroísmo de los personajes –sobre todo si su muerte fue violenta, injusta o a traición– que por sus hazañas han merecido el enorme privilegio de que su recuerdo sea acogido por el pueblo.
Así por ejemplo, Francisco Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa o Felipe Ángeles, como héroes revolucionarios, cuentan con un sitio privilegiado en la memoria musical popular. No así Victoriano Huerta o Félix Díaz –el sobrino de don Porfirio–, a quienes el pueblo, a través de los corridos los ha enjuiciado como ambiciosos y traidores.
Pero como los corridos son expresión del sentir popular, esos mismos personajes que para unos adquieren la estatura de héroes, para otros no pasan de ser simples bandidos; por lo que no es raro encontrar también corridos que intentan mostrar el lado oscuro de personajes del agrado popular.
El corrido mexicano, como forma viva de expresión popular, muestra claramente las contradicciones personales y sociales, y la Revolución Mexicana fue un poderoso estímulo para que los corridistas dieran rienda suelta a su lírica creativa, poética y musical.
De este modo, la Revolución Mexicana hizo posible el surgimiento de una enorme cantidad de corridos, como un brote espontáneo y genuino que intentó comunicar y convencer de la validez y pertinencia de sus anhelos, de lo justo de su deseo de una vida mejor.

La historia y el corrido hoy

Hasta el arribo y consolidación de los medios electrónicos de comunicación masiva, el corrido sirvió en México como un medio informativo y educativo de primer orden, incluso con fines subversivos, debido a su aparente simplicidad lingüística y musical, apropiadas para la transmisión oral. Tras popularizarse la radio y la televisión, el género ha evolucionado hacia un nuevo estado, aún en proceso de maduración.
Los ejemplares vivos más antiguos del corrido son versiones transculturadas de romances españoles o leyendas europeas, relativos sobre todo a amores desgraciados o sublimados, así como a temas religiosos.

Fue hasta la Guerra de Independencia (1810-1821), y de ahí a lo largo de la Revolución Mexicana (1910-1921) y las revueltas religiosas o caciquiles (1926-1934) originadas por el nuevo orden político, que el género prosperó y adquirió los conocidos tonos "épicos" que tanto se resaltan, así como la estructura narrativa en tres instancias, produciéndose el grueso de los ejemplares vivos, que se refieren a líderes revolucionarios, religiosos o populares, así como a sus hechos.

Con la consolidación del Presidencialismo (orden político instituido tras la Revolución Mexicana) y el éxito de los medios electrónicos de comunicación masiva, el corrido perdió mucho de su papel informativo, volviéndose, por una parte, un ingrediente del culto folclorista, y por otra, en la voz de los nuevos subversivos: trabajadores oprimidos, productores y traficantes de drogas; activistas de izquierda y campesinos emigrantes.

Los corridos siguen narrando, hoy en día, las crónicas e historias más sentimentales de los habitantes de las comunidades y sus problemas más cercanos. Así como antes se relataban las aventuras de los revolucionarios y sus líderes, hoy se cuentan las de los héroes anónimos que mueren en manos de la policía fronteriza al intentar cruzar hacia lo Estados Unidos, o de los que caen con un cargamento de drogas o de contrabando. Es decir que el corrido narra la historia verdadera o la que se da por cierta de un personaje que ha existido.




En las fiestas charras (celebraciones populares) se tocan marchas, polcas, dianas del triunfo, huapangos, rapsodias, sones regionales o los típicos popurrís que enlazan varias de ellas y que casi siempre tocan las bandas o los grupos de mariachis. Estas canciones alaban la vida del campo, el valor de un caballo o el de su jinete. La fiesta charra está llena de colorido, no solamente en las faenas y suertes, los caballos o los atuendos, sino en el jarabe tapatío, música y baile con los que cierran con “botonadura de oro y plata” sus eventos.
En el área cultural mestiza mexicana, las tres variantes del corrido (romances transculturados, corridos revolucionarios y los modernos) están igualmente vivas y son cantadas por igual, a la par que otros géneros populares narrativos, como la “Valona” de Michoacán, el “Son arribeño” de la Sierra Gorda y otros. Su vitalidad y flexibilidad permiten que en la actualidad existan letras originales de corridos interpretadas en géneros musicales extranjeros, como el blues y el ska, e incluso letras no en español, como las traducidas o compuestas por las comunidades indígenas de México o por las comunidades “chicanas” en EEUU, en inglés o en “espanglish”

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