El candombe es supervivencia del acervo ancestral africano de raíz bantú traído por los negros llegados al Río de la Plata. Desde el punto de vista social es una pantomima de la coronación de los Reyes Congos pero imitando costumbres de los Reyes Blancos. Y, desde el punto de vista religioso, constituye un auténtico sincretismo entre la religión bantú y la católica.
La palabra “candombe” aparece por primera vez en una crónica del escritor de época, don Isidoro de Maria, que la tituló “El recinto de los candombes” (1808-1829).
El término es genérico para todos los bailes de negros: sinónimo de danza negra y evocación del ritual de la raza. Esta voz surgió probablemente de la onomatopeya rítmica, característica en los breves cantos afros tan reminiscentes de la selva.
Su espíritu musical es muestra de las añoranzas de los infortunados esclavos, que se vieron transplantados a América, para ser vendidos y sometidos a duras faenas. Eran almas doloridas que guardaban incurables nostalgias del solar nativo y buscaban liberarse con danza.
En la evolución de la música afro –cultivada en el Uruguay y en la Argentina- existen tres etapas, bien diferenciadas. La inicial es la auténtica y corresponde a los misteriosos rituales traídos por los africanos: ceremonias esotéricas con cantos y oraciones, mezclados con danzas guerreras. En la calle Pérez Castellano de Montevideo, y al compás de su “macu” (tambor grande) los negros revivían sus costumbres nativas, en jubilosas danzas, con gritos, cantos, selváticas onomatopeyas y sensuales contorciones, que trasuntan su visión animista del mundo.
La segunda etapa de las danzas afro-criollas abarca la formación del candombe. El negro enriquece su baile africano con figuras de contradanza, de cuadrilla y con elementos coreográficos que ha asimilado hábilmente del blanco. Este fue el candombe que, a fines del siglo XVIII, se gestó en el Uruguay, y que nos legó su airoso paso, sus personajes característicos y el tambor, con su exuberancia rítmica.
La tercera y última etapa -a la que corresponden las comparsas carnavalescas- comienza en 1867, fecha en la que aparece la sociedad de negros “La Raza Africana”. A esta agrupación fueron sucediéndole otras, tal como la de los “Negros Lubolos”, fundada en 1874.
Pero muchos años antes de que las sociedades de negros organizaran estas comparsas para el Carnaval, los negros intervenían en estas fiestas. El candombe, su emoción, la nostalgia, la infancia, las raíces para toda persona nacida en Uruguay bien está representada por el poeta africano Amos Totuola:
“Cuando tambor (el que toca el tambor) tocó su tambor, los que estaban lejos vinieron, los que habían muerto hacía muchísimos años también vinieron, para ser testigos de cómo el tambor toco su tambor”
La historia del Carnaval
Los antecedentes del Carnaval uruguayo hay que buscarlos en Europa en la Edad Media, donde en diferentes contextos, la celebración de las cosechas o de una festividad religiosa servía como espacio para la reunión de los pueblos, que rompían de esa manera con los marcos institucionales de la cotidianeidad, creando un espacio de libertad individual y colectiva.
Ya en tierras uruguayas, en tiempos de la Colonia, los días de Carnaval y también en Navidad y Año Nuevo, los negros esclavos montevideanos se cubrían con túnicas de vivos y chillones colores y salían a la calle para ir hasta las murallas, a cuyo pie se les permitía entonar sus cánticos y realizar sus bailes.
Carnaval uruguayo
El carnaval en Uruguay es la fiesta popular por excelencia, considerándose además la más larga del mundo, con cuarenta días de duración. Actualmente, el carnaval en Montevideo se abre con un desfile, que se realiza en la Avenida 18 de julio donde las agrupaciones del carnaval (parodistas, murgueros, humoristas, las revistas y las agrupaciones de negros y lubolos), se muestran junto con los carros alegóricos, los cabezudos y las reinas del carnaval. Este espectáculo es seguido por decenas de miles de personas en el sitio y por millones por medio de los medios de comunicación.
Aproximadamente una semana después, en los dos barrios “negros” por excelencia: Sur y Palermo, se lleva a cabo lo que se conoce como el Desfile de Las llamadas, donde los protagonistas son miles de tambores que tocan el ritmo conocido como candombe.
En Buenos Aires, Argentina, se realizó la 2º Llamada de Candombe en las calles de San Telmo en el mes de Diciembre, con la asistencia de 23 comparsas, de Argentina y Uruguay. Los que visitan San Telmo podrán ver algunas comparsas, alrededor del Parque Lezama o Plaza Dorrego, los domingos por la tarde.
Y en Uruguay ésta es la máxima fiesta de la colectividad negra. Durante todo febrero y parte de marzo las agrupaciones actúan en escenarios llamados tablados, y en el concurso oficial en el Teatro de verano "Ramon Collazo". Para participar de este concurso existe una prueba de admisión (los que pasaron a las finales en el año anterior no tienen que dar la prueba). Centenares de conjuntos se dividen en las siguientes categorías: comparsas de negros y lubolos, murgas, parodistas, humoristas y revistas.
En Uruguay, estas comparsas son llamadas de negros y lubolos (blancos que se disfrazaban de negros para participar de las fiestas de éstos en la época colonial) que interpretan diversos ritmos musicales vinculados al candombe. Estas comparsas están integradas por un cuerpo de bailarines, una “cuerda de tambores” " y la participación de los personajes típicos del candombe, como “la mamá vieja”, “El escobero” y “El gramillero”. Aunque tienen su esplendor en los desfiles callejeros también participan en los tablados con una actuación bastante distinta. Los vestuarios son muy llamativos y hay un especial énfasis en el canto.
Es un género teatral-musical que consiste en un coro de unas 14 a 17 personas, que, acompañados por una “batería de murga” integrada por: bombo, platillos y redoblante; entona canciones y realiza cuadros musicales (con personajes y línea argumental) donde la temática principal ronda alrededor de los acontecimientos salientes del año, con una crítica política y social.
En un principio, estos y los parodistas eran una misma categoría, pero después se fueron separando. Su finalidad, como dice su nombre, es hacer reír por medio de situaciones inventadas. En los humoristas hay una mezcla de cantos, baile y recitado.
Crean situaciones de humor que desde el punto de vista de la actuación se resuelve en forma similar a la de los humoristas pero el argumento de los cuadros centrales debe estar basado en una obra previa (novela, película) o en algún personaje histórico. Esta categoría que incorpora a figuras en general muy populares vinculadas a la actuación y a la música, se ha convertido en una de las más atractivas para el público de carnaval, siendo de las más taquilleras en el teatro de verano y en los tablados en general y han incorporado incluso “hinchadas” que siguen sus actuaciones a lo largo de los diferentes escenarios y desde luego se hacen sentir cuando les toca actuar en el Teatro.
Las revistas, otra de las categorías del carnaval, declinante en los últimos años, fueron un remedo de las revistas internacionales en especial a las porteñas de la década del cincuenta pero en los años 80 empezaron a tener contenido social. Por entonces, la frivolidad, característica de estas expresiones donde el baile, la luminosidad y en especial la belleza de las mujeres que en ellas participaban, es sustituida o va incorporando textos con contenido social y político y se priorizan el canto, el baile y la música por sobre el exhibicionismo. No obstante, los reglamentos para la categoría, establecen libertad absoluta de expresión.
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