Comenzó siendo cantante de Blues americano en 1950 mezclando este género con ritmos de su propio país. Pero en África su futuro económico no prosperaba y por ello se mudó a EEUU para continuar su carrera.
En 1959, una de las mayores figuras del jazz en Sudáfrica, Miriam Makeba, tuvo la oportunidad de cantarle al presidente Kennedy en su cumpleaños y trabajó en Nueva York junto a Harry Belafonte creando clásicos como The Click Song y Pata Pata. Esta canción fue un suceso internacional, convirtiéndose en la primera canción africana en alcanzar los primeros lugares de los rankings de música pop.
Ya en 1963 su compromiso con los Derechos Humanos se hizo público cuando testificó contra el apartheid ante las Naciones Unidades, obteniendo como un injusto resultado, la revocación de su ciudadanía por parte del gobierno sudafricano. Por tal motivo ella se quedó en EEUU y se casó con Stokely Carmichael (líder de Black Panther) comenzando, así la historia de su exilio de su tierra natal. Sin embargo, tras el acoso que ocasionaron las autoridades de EEUU huyó al exilio en Guinea. Finalmente, a fines de 1980 pudo regresar a su patria, libremente.
La preocupación de Makeba por los Derechos Humanos y la justicia política le han valido grandes honores y reconocimientos como líder humanitaria en todo el mundo. Cuando regresó a Sudáfrica, Nelson Mandela y otros líderes del movimiento anti-apartheid le rindieron tributo por sus luchas en el exilio.
Para el año 2001 fue galardonada con el premio de la paz Otto Hahn, otorgado por la Asociación Alemana de las Naciones Unidas y en el 2002 fue galardonada con el Polar Music Prize que otorgó la Real Academia Sueca de Música.
Homeland es una verdadera joya de “Mamá Áfrika”. Nominado para un Grammy como Mejor Álbum de Música del Mundo, este disco marca el triunfal retorno de una de las grandes figuras musicales del mundo.
La vida de “Mama Áfrika”, la más conocida cantante, compositora, actriz y activista pro Derechos Humanos de Sudáfrica, publicó con éxito su segunda biografía. Mucho más abierta y completa que el anterior trabajo biográfico escrito en 1988 durante su exilio en EEUU. En la presentación del libro, Makeba dedicó gran parte de su discurso a una de las peores experiencias de su vida, cuando a la edad de 33 años se le diagnosticó un cáncer cervical y se le anunció que no contaba con muchas esperanzas para vencerlo.
Recreación de estilos sudáfricanos
Miriam Makeba supo recrear uno de los particulares estilos sudafricanos: el Marabi. Género que inspiraría al Mbaqanga, otro género musical conocido como jazz sudafricano y nacido en los suburbios a mediados del siglo XX.
El Marabi es una música indígena que se desarrolló en Sudáfrica en el siglo pasado. La primera parte del siglo XX vio la creciente urbanización de negros sudafricanos en centros mineros. Esto condujo al desarrollo de guetos o barrios marginales, y con la salida de estas dificultades vinieron nuevas formas de la música: Marabi y cuela, entre otros.
En realidad, Marabi fue el nombre dado a un tipo de teclado que tenía un fuerte amorío con la música americana como el jazz y el blues que, a su vez, traían profundas raíces africanas. Los primeros músicos de Marabi fueron parte de la cultura de la música clandestina y por ello no se registran grabaciones. Sin embargo, el ritmo pegadizo del Marabi encontró el modo de de convertirse en el sonido popular de bandas de baile con un distintivo estilo sudafricano.
El sonido de Marabi estaba destinado a convocar a la gente en bares para hacerlos bailar. Los inicios de la radiodifusión destinados a los oyentes negros y el crecimiento de una industria discográfica ayudaron a impulsar este tipo de sonidos de inmensa popularidad en la década de 1930 en adelante.
Así se fue generando la primera generación de músicos profesionales negros en Sudáfrica. Con los años, el Marabi se fue convirtiendo en los principios del Mbaqanga que es, sin duda, la más distintiva forma de la música sudafricana.
Y ahora, Mbaqanga
Este estilo en la música sudafricana tiene raíces rurales Zulú que siguen influenciando a los músicos del mundo en el día de hoy. En Zulú, el término mbaqanga significa una comida de maíz cuyo precio no es excesivo. Muchos de los aficionados del mbaqanga eran plebeyos y entusiastas del jazz africano pero no se les permitía establecerse en la ciudad, y fue así que éste género les dio un sustento en cuanto a lo musical y espiritual.
Una típica zona donde la música aumentó en su popularidad fue en el municipio de Sophiatown, cerca de Johannesburgo, que desde 1930 ofreció un estilo de vida urbana. Esta zona fue un semillero para el rápido desarrollo de la cultura musical negra pero cuando los residentes de Sophiatown fueron forzados a desplazarse a los municipios como Soweto, ésto llegó a su fin.
El género se fue desvaneciendo durante 1970 por la influencia occidental del pop y soul. Además, el público comenzó a solicitar más urbanización en el idioma vocal e instrumental. Sin embargo, tuvo una revivió en la década de 1980 cuando Paul Simon incorporó en su álbum Graceland la música sudafricana.
El uso de instrumentos occidentales permitió que este género se convirtiera en la versión sudafricana del jazz. De hecho, muchos lo consideran como una mezcla que resulta del Marabi (mencionado anteriormente) y el kwela. Este género fue ganando popularidad a medida que ciertas estaciones de radio de Sudáfrica le fueron otorgando espacios.
Los primeros artistas fueron Miriam Makeba, Dolly Rathebe y Letta Mbulu y fue así que el Mbaqanga mantuvo su popularidad hasta 1980 cuando comenzó a ser sustituida por la música pop sudafricana conocida como Chicle. Este género, a su vez, también posee una gran impronta del mbaqanga pero eso será contenido de otra historia.
En 1959, una de las mayores figuras del jazz en Sudáfrica, Miriam Makeba, tuvo la oportunidad de cantarle al presidente Kennedy en su cumpleaños y trabajó en Nueva York junto a Harry Belafonte creando clásicos como The Click Song y Pata Pata. Esta canción fue un suceso internacional, convirtiéndose en la primera canción africana en alcanzar los primeros lugares de los rankings de música pop.
Ya en 1963 su compromiso con los Derechos Humanos se hizo público cuando testificó contra el apartheid ante las Naciones Unidades, obteniendo como un injusto resultado, la revocación de su ciudadanía por parte del gobierno sudafricano. Por tal motivo ella se quedó en EEUU y se casó con Stokely Carmichael (líder de Black Panther) comenzando, así la historia de su exilio de su tierra natal. Sin embargo, tras el acoso que ocasionaron las autoridades de EEUU huyó al exilio en Guinea. Finalmente, a fines de 1980 pudo regresar a su patria, libremente.
La preocupación de Makeba por los Derechos Humanos y la justicia política le han valido grandes honores y reconocimientos como líder humanitaria en todo el mundo. Cuando regresó a Sudáfrica, Nelson Mandela y otros líderes del movimiento anti-apartheid le rindieron tributo por sus luchas en el exilio.
Para el año 2001 fue galardonada con el premio de la paz Otto Hahn, otorgado por la Asociación Alemana de las Naciones Unidas y en el 2002 fue galardonada con el Polar Music Prize que otorgó la Real Academia Sueca de Música.
Homeland es una verdadera joya de “Mamá Áfrika”. Nominado para un Grammy como Mejor Álbum de Música del Mundo, este disco marca el triunfal retorno de una de las grandes figuras musicales del mundo.
La vida de “Mama Áfrika”, la más conocida cantante, compositora, actriz y activista pro Derechos Humanos de Sudáfrica, publicó con éxito su segunda biografía. Mucho más abierta y completa que el anterior trabajo biográfico escrito en 1988 durante su exilio en EEUU. En la presentación del libro, Makeba dedicó gran parte de su discurso a una de las peores experiencias de su vida, cuando a la edad de 33 años se le diagnosticó un cáncer cervical y se le anunció que no contaba con muchas esperanzas para vencerlo.
Recreación de estilos sudáfricanos
Miriam Makeba supo recrear uno de los particulares estilos sudafricanos: el Marabi. Género que inspiraría al Mbaqanga, otro género musical conocido como jazz sudafricano y nacido en los suburbios a mediados del siglo XX.
El Marabi es una música indígena que se desarrolló en Sudáfrica en el siglo pasado. La primera parte del siglo XX vio la creciente urbanización de negros sudafricanos en centros mineros. Esto condujo al desarrollo de guetos o barrios marginales, y con la salida de estas dificultades vinieron nuevas formas de la música: Marabi y cuela, entre otros.
En realidad, Marabi fue el nombre dado a un tipo de teclado que tenía un fuerte amorío con la música americana como el jazz y el blues que, a su vez, traían profundas raíces africanas. Los primeros músicos de Marabi fueron parte de la cultura de la música clandestina y por ello no se registran grabaciones. Sin embargo, el ritmo pegadizo del Marabi encontró el modo de de convertirse en el sonido popular de bandas de baile con un distintivo estilo sudafricano.
El sonido de Marabi estaba destinado a convocar a la gente en bares para hacerlos bailar. Los inicios de la radiodifusión destinados a los oyentes negros y el crecimiento de una industria discográfica ayudaron a impulsar este tipo de sonidos de inmensa popularidad en la década de 1930 en adelante.
Así se fue generando la primera generación de músicos profesionales negros en Sudáfrica. Con los años, el Marabi se fue convirtiendo en los principios del Mbaqanga que es, sin duda, la más distintiva forma de la música sudafricana.
Y ahora, Mbaqanga
Este estilo en la música sudafricana tiene raíces rurales Zulú que siguen influenciando a los músicos del mundo en el día de hoy. En Zulú, el término mbaqanga significa una comida de maíz cuyo precio no es excesivo. Muchos de los aficionados del mbaqanga eran plebeyos y entusiastas del jazz africano pero no se les permitía establecerse en la ciudad, y fue así que éste género les dio un sustento en cuanto a lo musical y espiritual.
Una típica zona donde la música aumentó en su popularidad fue en el municipio de Sophiatown, cerca de Johannesburgo, que desde 1930 ofreció un estilo de vida urbana. Esta zona fue un semillero para el rápido desarrollo de la cultura musical negra pero cuando los residentes de Sophiatown fueron forzados a desplazarse a los municipios como Soweto, ésto llegó a su fin.
El género se fue desvaneciendo durante 1970 por la influencia occidental del pop y soul. Además, el público comenzó a solicitar más urbanización en el idioma vocal e instrumental. Sin embargo, tuvo una revivió en la década de 1980 cuando Paul Simon incorporó en su álbum Graceland la música sudafricana.
El uso de instrumentos occidentales permitió que este género se convirtiera en la versión sudafricana del jazz. De hecho, muchos lo consideran como una mezcla que resulta del Marabi (mencionado anteriormente) y el kwela. Este género fue ganando popularidad a medida que ciertas estaciones de radio de Sudáfrica le fueron otorgando espacios.
Los primeros artistas fueron Miriam Makeba, Dolly Rathebe y Letta Mbulu y fue así que el Mbaqanga mantuvo su popularidad hasta 1980 cuando comenzó a ser sustituida por la música pop sudafricana conocida como Chicle. Este género, a su vez, también posee una gran impronta del mbaqanga pero eso será contenido de otra historia.
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