Y su mitología ha dejado una gran impronta en su religión. Ellos creen en la existencia de un dios llamado Unkulunkulu. Es la divinidad suprema, creadora de la humanidad, considerado el defensor y protector de la nación guerrera y una divinidad activa a pesar de su respetable edad.
Según el mito zulú de la creación, Unkulunkulu emergió del vacío y creó el primer hombre de la hierba. También tenían que darle una explicación a la muerte y como otras tantas poblaciones africanas, los zulús utilizan el mito del mensajero: El Dios envió a un camaleón para anunciar a la humanidad que eran inmortales. Sin embargo, el mensajero se retrasó. Unkulunkulu, que esperaba algún signo de gratitud por su generosidad de parte de los humanos, quedó defraudado. Así que envió a un lagarto a anunciar que eran mortales. El lagarto no se detuvo y consiguió transmitir su mensaje, decidiendo así, para siempre, el destino de los hombres.
A pesar de esta acción, Unkulunkulu es considerado un Dios bondadoso, pues como contrapartida a la desgracia de la muerte inevitable, ofreció la institución del matrimonio, que permite a los valerosos guerreros zulúes tener hijos, además de dar a los hombres medicinas para las enfermedades, el fuego para cocinar y una morada para los muertos.
Según el mito zulú de la creación, Unkulunkulu emergió del vacío y creó el primer hombre de la hierba. También tenían que darle una explicación a la muerte y como otras tantas poblaciones africanas, los zulús utilizan el mito del mensajero: El Dios envió a un camaleón para anunciar a la humanidad que eran inmortales. Sin embargo, el mensajero se retrasó. Unkulunkulu, que esperaba algún signo de gratitud por su generosidad de parte de los humanos, quedó defraudado. Así que envió a un lagarto a anunciar que eran mortales. El lagarto no se detuvo y consiguió transmitir su mensaje, decidiendo así, para siempre, el destino de los hombres.
A pesar de esta acción, Unkulunkulu es considerado un Dios bondadoso, pues como contrapartida a la desgracia de la muerte inevitable, ofreció la institución del matrimonio, que permite a los valerosos guerreros zulúes tener hijos, además de dar a los hombres medicinas para las enfermedades, el fuego para cocinar y una morada para los muertos.
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