Bien sabemos que unas de las raíces más fuertes de la cultura peruana ha sido constituida por la presencia de esclavos africanos, traídos a la región tras de la colonización del territorio, y utilizados como pura mano de obra. Luego, la mezcla que se ha dado entre los esclavos y los pobladores originarios, ha ido conformando las principales características de sus construcciones artísticas y culturales.
Es por esto que podemos mencionar aquí la palabra rebeldía, o mejor dicho, las formas rebeldes que se enfrentaban al orden establecido por los colonos, al maltrato, la explotación, la humillación y el olvido.
Formas de construcción y de transmisión que poco a poco han ido tomando cuerpo, han ido ocupando aquellos espacios antes negados y prohibidos. Es que ante el sufrimiento y la opresión, las formas de transmisión artísticas y culturales han ido levantando su bandera, han sobrevivido en el tiempo, y han sido reconstruidas en el día a día, resignificadas.
La provincia de Cañete bien sabe de ello. A dos horas de distancia de Lima (Perú), Cañete podría ser reconocida como “la cuna y la capital del arte negro”. Es que la provincia ha sido receptora de grandes contingentes de esclavos, oriundos en su mayoría de Senegal, Angola, Guinea y el Congo, para ser explotados en el trabajo agrícola. Sus festividades, costumbres, danza y música se han ido consolidando y será recién en 1971 cuando se realizará el 1° Festival de Arte Negro Peruano en Cañete.
Festividad que ha dado lugar a la presentación de artistas tanto locales como nacionales, donde los vínculos se unen y las presentaciones juegan con la danza, la música, el teatro, y al mismo tiempo los concursos y el reconocimiento a personalidades locales destacadas, llaman a la participación de los concurrentes.
En junio de 2008, Lucila Campos, ha logrado el reconocimiento de la Municipalidad Cañete por sus más de 50 años de trayectoria y difusión de la música negra. Y no es poco significativo que la pretendida capital del arte negro la conmemore. Como las mezclas culturales que se han desarrollado a lo largo de todo Perú, Lucila no ha dudado durante su carrera en atravesarlas. Ha pasado por, entre tantas, por la salsa, las marineras, el vals, el bolero y ha bailado, siempre ha bailado.
En 1952, con 10 años, comenzó su camino musical cantando en un festival de Lima, para luego convertirse en la “Reina de las Polladas” (las polladas son reuniones donde se realizan bailes, presentaciones artísticas, se bebe, se come, y donde el banquete tradicional son las porciones de pollo condimentadas). Es así que hacia la década del ´90 ella misma se reconoce con este título.
Claro que el camino recorrido es largo y variado: hacia fines de la década del ´50 el folklore peruano comienza a sonar con más fuerza, Lucila se une al grupo Gente Morena, y a la legendaria compañía Pancho Fierro, con quienes recorre distintos países. Al año retorna a Lima, pasando por varios proyectos, para en 1969 formar “Perú Negro”, una agrupación con el fin de preservar y difundir el arte negro peruano , proyecto que se extenderá durante 16 años y en el que participarán su hermano Ronaldo y “Caitro” Soto, entre otros.
Faltaba aún la concreción de su título de “reina de las Polladas”, y aquí viene: alrededor de sus 40 años, Lucila se larga sola en su sendero musical y así es como recorre peñas peruanas, deshaciendo caminos y ganando aquel reconocimiento. Vienen también los conciertos realizados junto a Celia Cruz en Estados Unidos.
Luego de este recorrido uno necesita tomar un respiro, y es que luego de tanto movimiento, Lucila también necesitó descansar. Así es como durante dos años se aleja de los escenarios y de la corrida de las presentaciones, algunos problemas en su salud la obligaron a parar.
Después de una siesta reparadora, Lucila se sube al escenario en el 2008 junto a su colega y amigo “Zambo” Cavero. Y es en este mismo año, y con su vuelta, cuando la Municipalidad provincial de Cañete le rinde homenaje a una de las mayores difusoras de la música afro peruana.
Es por esto que podemos mencionar aquí la palabra rebeldía, o mejor dicho, las formas rebeldes que se enfrentaban al orden establecido por los colonos, al maltrato, la explotación, la humillación y el olvido.
Formas de construcción y de transmisión que poco a poco han ido tomando cuerpo, han ido ocupando aquellos espacios antes negados y prohibidos. Es que ante el sufrimiento y la opresión, las formas de transmisión artísticas y culturales han ido levantando su bandera, han sobrevivido en el tiempo, y han sido reconstruidas en el día a día, resignificadas.
La provincia de Cañete bien sabe de ello. A dos horas de distancia de Lima (Perú), Cañete podría ser reconocida como “la cuna y la capital del arte negro”. Es que la provincia ha sido receptora de grandes contingentes de esclavos, oriundos en su mayoría de Senegal, Angola, Guinea y el Congo, para ser explotados en el trabajo agrícola. Sus festividades, costumbres, danza y música se han ido consolidando y será recién en 1971 cuando se realizará el 1° Festival de Arte Negro Peruano en Cañete.
Festividad que ha dado lugar a la presentación de artistas tanto locales como nacionales, donde los vínculos se unen y las presentaciones juegan con la danza, la música, el teatro, y al mismo tiempo los concursos y el reconocimiento a personalidades locales destacadas, llaman a la participación de los concurrentes.
En junio de 2008, Lucila Campos, ha logrado el reconocimiento de la Municipalidad Cañete por sus más de 50 años de trayectoria y difusión de la música negra. Y no es poco significativo que la pretendida capital del arte negro la conmemore. Como las mezclas culturales que se han desarrollado a lo largo de todo Perú, Lucila no ha dudado durante su carrera en atravesarlas. Ha pasado por, entre tantas, por la salsa, las marineras, el vals, el bolero y ha bailado, siempre ha bailado.
En 1952, con 10 años, comenzó su camino musical cantando en un festival de Lima, para luego convertirse en la “Reina de las Polladas” (las polladas son reuniones donde se realizan bailes, presentaciones artísticas, se bebe, se come, y donde el banquete tradicional son las porciones de pollo condimentadas). Es así que hacia la década del ´90 ella misma se reconoce con este título.
Claro que el camino recorrido es largo y variado: hacia fines de la década del ´50 el folklore peruano comienza a sonar con más fuerza, Lucila se une al grupo Gente Morena, y a la legendaria compañía Pancho Fierro, con quienes recorre distintos países. Al año retorna a Lima, pasando por varios proyectos, para en 1969 formar “Perú Negro”, una agrupación con el fin de preservar y difundir el arte negro peruano , proyecto que se extenderá durante 16 años y en el que participarán su hermano Ronaldo y “Caitro” Soto, entre otros.
Faltaba aún la concreción de su título de “reina de las Polladas”, y aquí viene: alrededor de sus 40 años, Lucila se larga sola en su sendero musical y así es como recorre peñas peruanas, deshaciendo caminos y ganando aquel reconocimiento. Vienen también los conciertos realizados junto a Celia Cruz en Estados Unidos.
Luego de este recorrido uno necesita tomar un respiro, y es que luego de tanto movimiento, Lucila también necesitó descansar. Así es como durante dos años se aleja de los escenarios y de la corrida de las presentaciones, algunos problemas en su salud la obligaron a parar.
Después de una siesta reparadora, Lucila se sube al escenario en el 2008 junto a su colega y amigo “Zambo” Cavero. Y es en este mismo año, y con su vuelta, cuando la Municipalidad provincial de Cañete le rinde homenaje a una de las mayores difusoras de la música afro peruana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario