Si algo experimentamos en nuestra vida cotidiana, es el ritmo anónimo de la ciudad (al menos aquellos que en ella habitamos). Imágenes precisas se nos pueden hacer presentes, rasgos como amontonamiento, rapidez, desesperación, y una larga lista de adjetivos que la nombran, y la colocan en una especie de no-lugar.
También es cierto que podemos estar muy atentos a esos pequeños gestos disruptivos que atentan contra esta hipnosis urbana. Algo así como lo que Baudelaire denominaba flaneur, un atento ser que toma al vuelo una expresión, una mirada, un vestido, un ritmo, una forma, una distancia, para luego transformarlo en una obra, en algo distinto, es decir, una resignificación de aquello a lo que no se escapa.
Salvando las distancias contextuales, algo así puede decirse de Nortec Collective, un proyecto donde la premisa fundante es Tijuana, donde la fusión no es ajena y el anonimato es canción.
Nortec nace en 1999, con la experimentación de Pepe Mogt de Fussible quien comenzó a juntar tracks de música norteña, con el objetivo que cada pista se convierta en un nuevo sonido, elaborándolo y abarcándolo desde diferentes lugares y formas. Así la convocatoria fue abierta, y se sumaron al proyecto músicos locales, para luego ir expendiéndose hacia el resto de los integrantes del colectivo. Hoy llevan grabados nueve discos basados en esta premisa inicial de Pepe Mogt, que fue tomando forma propia. De esos nuevos trabajos, el disco “Tijuana Sessions Vol. 2 (2005)”, nunca salió a la venta, dado que el grupo no había quedado muy conforme con el mismo, pero ese mismo año generaron su propia revancha grabando “Tijuana Sessions Vol. 3”, donde los sonidos son más que sugerentes.
El último disco editado por el colectivo salió a la luz en el 2008, “Tijuana Sound Machine”, en el que trabajaron en colaboración Bostich y Fussible. Ellos mismo han descrito el trabajo como la replica de un viaje imaginario por Tijuana, donde las pequeñas cotidianeidades sonoras fueron captadas en cada track. Escuchar este disco supone un trance, una especie de hipnosis, donde cada repetición es una insistencia del anonimato, donde las voces aparecen desde lejos, lo que no supone silencio sino una presencia que va tomando identidad a lo largo del viaje, donde frecuentación de ciudades enormes, del entrecruce de sus innumerables relaciones, es el naciemiento de una nueva forma
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