Por M. Emilia Sganga
He aquí que soy poeta y mi oficio es arder
E. Bartolomé
Desde esta ruta del café partimos hacia la percepción de la tierra y sus frutos.
Así, ampliamos nuestros sentidos y desde aquí viajamos hacia las palabras...
Nos referiremos hoy a la obra del poeta y traductor mexicano Efrain Bartolomè.
Nacido en Ocosingo, Chiapas, el 15 de diciembre de 1950.
Finalizados sus estudios en psicología en la UNAM, publica su primer libro, Ojo de jaguar iniciando así su trayectoria literaria en 1982.
En este libro de poemas, Chiapas y su geografía se hacen presentes, alzando su voz desde la selva y su exhuberancia. Poco a poco las palabras comienzan a invadir al lector como la vegetación selvática, sin límites, sin tibiezas. Efrain Bartolomè crea un espacio poético en el que reina una especie de comunión con la intemperie, con la flora y la fauna que habitan el mundo, que retroceden y avanzan en un mismo movimiento.
Él mismo afirma que ha puesto su vida, por vocación y elección, al servicio de la poesía. De allí que defina la escritura de poemas como su necesidad vital, como una forma de completar su vida, de construirla o de esculpirla, de terminar de darle forma, de entenderla.
Y es en esa tarea que se propone, en la que su infancia reaparece, no ya como una nostalgia del pasado, sino como una fuente de dudas, de reconstrucciones, de nuevos sentidos y nuevas experiencias. Ese “Ojo de Jaguar”, que da título a su primer obra, se elabora poco a poco con el correr de los poemas, una mirada atenta y sigilosa que comienza a descubrir su hábitat, sus sensaciones y sentimientos. Lo que le permite a Efraín decirnos que “todo pasó por ese libro: la vida, la alegría, los padres, el dolor, la fauna, la flora, los hombres, la destrucción, la muerte”.
Será en este primer libro donde el universo poético se construye a través de una figura y un fondo que se solidarizan para crear un todo, y allí aparecerá como fondo constante la imagen de la muerte, del paraíso devastado.
Luego publicará libros como Ciudad bajo el relámpago (1983), Música solar (1984), con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, y Cuadernos contra el ángel (1987).
Para 1995, edita Corazón del monte, en el que mediante el relato poético describe y se enuncia como testigo de la erupción del volcán Chichón (Chiapas) entre marzo y abril de 1982, erupción que sepultó bajo las cenizas a varios pueblos del Sureste. Al mismo tiempo el poeta matiza estas descripciones con sus propias vivencias de infancia, su cotidianeidad y sus sueños, para finalizar la obra con un repaso sobre la historia de Chiapas.
Para 1999, publica “Oficio Arder (obra poética 1982-1997)”, donde podemos encontrar una selección de algunos de sus poemas y ensayos.
En sus más de veinte títulos publicados, si hay algo que Efraín Bartolomé no duda de exponer es su propia experiencia, su vivencia puesta en palabra, su historia. Por medio de la palabra escrita nos invita a un paseo donde nuestros sentidos son interpelados, donde las sensaciones afloran, desde la humedad de la selva, hasta el dolor por la perdida y la ansiedad por el mañana que se resuelve en un cuestionamiento de lo ya vivido. Las figuras que crea construyen movimientos que tienen como referencia la naturaleza, estallan las palabras junto a nosotros. El agua, el fuego, el aire y la tierra son las figuras de sus escritos, y nosotros como lectores somos sumergidos entre ellos, poniéndonos en aquel espacio creativo, en este mundo poético.
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