Casos y Letras: Chico Buarque

Por M. Emilia Sganga

Las rutas se van trazando, las vamos construyendo y sabemos que en cada una de ellas se van armando bifurcaciones, comienzan a abrise caminos paralelos. Aquellos que van trazando sus rumbos, que se dedican a caminarlos y en ese andar nos van invitando a abrir y descubrir nuevas formas, son artistas de las construcción, desde las palabras, desde la música, estas puertas se abren y si nos animamos a pasar el límite de la ruta trazada, nos podemos encontrar con formas, colores y ritmos que traspasen lo instituido.


Hacer referencia a un artista es intentar abarcar lo inabarcable, así nos vemos obligados a hacer foco, recortes, y en ellos se anuda nuestra decisión sobre qué y cómo abordar sus obras. Siempre con la intención de abrir bifurcaciones en las rutas que transitamos.

Y desde aquí nos proponemos comenzar a recorrer la obra escrita por Chico Buarque.
Francisco Buarque de Hollanda nació en Río de Janeiro, en 1944. Nombrarlo es hacer referencia a su música, a sus composiciones, a sus novelas y a su militancia política desde el arte y la cultura.

Desde muy joven se acercó a la música, pero al finalizar la escuela secundaria se decidió a comenzar estudios universitarios en arquitectura (que abandonó al tercer año). Llegó a la universidad a comienzos de los años ’60, en pleno auge del movimiento popular estudiantil que precedió el golpe militar de 1964. En 1965 escribe los Sesenta versos de Pedro Pedreiro, donde logra la unión de elementos futbolísticos, poéticos, música, feijoda y humor. Tres años más tarde, en 1968, escribe la pieza teatral Roda viva donde comienza a abrir intersticios de denuncia ante la represión militar que sufría el pueblo brasilero.

El 13 de diciembre de 1968 quedó marcado en la memoria, ese día fue emitida el Acta institucional n° 5, comenzando una escalada represiva en las calles, junto con la persecución y censura de artistas, dirigentes políticos, obreros y estudiantes.
Cinco días después de emitida el Acta n°5, un grupo de militares forzó la puerta de la casa de Chico Buarque, lo que lo llevo exiliarse en Europa, junto a su entonces esposa.

A comienzos de 1970, regresa a Brasil y empieza a escribir sus canciones y obras bajo el seudónimo de Julinho de Adelaida, intentando así escapar de la censura. Durante este período se dedicará especialmente a la creación musical, como forma de hacerle frente a la opresión signada por el gobierno militar.
Más tarde, llegarán las obras Calabar (1973), Gota d’água (1975) y en 1978 escribió Opera do malandro basada en la Ópera de tres centavos de Brecht (1928).

En 1974 publicó Fazenda modelo, por entonces se encerró nueve meses para poder terminar el libro, dejando en segundo plano sus creaciones musicales. En esta novela los bueyes y las vacas tejen una alegoría a la sociedad humana, teniendo como escenario el régimen militar, sus censuras, violencias y opresiones. La obra gira en torno al poder y a las formas de dominación social sobre el “rebaño humano”.
En 1979 Chico Buarque escribió el libro-poema Chapeuzinho amarelo, fue su primer publicación dedicada a los niños. Esta obra hace una referencia directa a Caperucita Roja, de Perrault, pero Buarque convierte al lobo en una fantasía, en la creación de la propia protagonista que al tenerle tanto temor finalmente hace que éste exista y se le aparezca.

En 1981 publica A bordo Rui Barbosa, un libro que había escrito por los años ´60. En esta obra se combinan poesías de Buarque junto a ilustraciones de Vallandro Keating. Son poesías cortas acompañadas por dichas ilustraciones.
En 1991 publicó su primer novela, Estorvo, escrita en Río de Janeiro y publicada en París. Esta obra encara una especie de viaje por las raíces perdidas del pueblo brasileño, donde el desequilibro se torna protagonista.

Su segunda novela la publicó en 1995, Benjamín, generando, en su forma de escribir, una cadena de imágenes que permite al lector una fluidez a la hora de la lectura. Se trata de una historia llena de culpas y asfixias, contada en tercera persona, lo que permite al narrador conocer los hechos desde diferentes puntos de vista. La palabra toma todo su peso.

En el 2003 publicó Budapest, su tercera novela, aquí comienza a generarse el desdoblamiento de los sujetos, aparece la identidad como un enigma, como una máscara. Esta obra recibió halagos y reconocimientos, entre ellos el de Caetano Veloso, quien dijo:

“Tal vez el más bello de los tres libros de Chico, Budapest, es un laberinto que al final se resuelve, no en la trama, sino en las palabras, como poemas”.
Leche derramada, fue su cuarta novela, publicada en el 2009, una especie de saga familiar que tiene como telón de fondo la decadencia económica y social de Brasil en los últimos dos siglos. La novela comienza con un hombre mayor internado en un hospital, que revela en un monólogo dirigido a su hija, a las enfermeras y a todo aquel que lo quiera escuchar, la historia de su descendencia familiar, de sus antepasados portugueses. En esta obra el tiempo tiene un orden borroso, marcado por interrupciones, desmayos y malestares del protagonista, lo que va generando baches que se llenan de sentido. Las dificultades que el hombre tiene para hablar, sus repeticiones y tartamudeos, crean verosimilitud y mantienen al lector expectante y al mismo tiempo genera sospechas sobre la historia contada por el protagonista.

Todo el texto es conciso y muy preciso, como un rompecabezas bien diseñado, en un juego con espacios donde se producen los acontecimientos narrados.

Este breve recorrido por la obra escrita de Chico Buarque nos permite, abrir una nueva puerta en esas rutas que se van trazando desde lo artístico. Imposible no rastrear las relaciones y similitudes entre sus composiciones musicales y sus novelas, como una especie de extensión desde la letra escrita, que nos traza un puente que nos permite, conocer, un poco más de cerca las obras que ha ido creando en el devenir de su tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente!