Por M. Emilia Sganga
“Llamo experiencia a un viaje hasta el límite de lo posible para el hombre. Cada cual puede no hacer ese viaje, pero, si lo hace, esto supone que niega las autoridades y los valores existentes, que limitan lo posible” (Bataille)
El mundo se convierte en un enigma, la respuesta está en la búsqueda y en la experiencia, retomar la palabra como una herida, como un espacio que se abre en la misma ruptura del sentido.
Pasear por la obra de George Bataille, es perder el tiempo, y esa perdida es el gasto buscado, la no-productividad. Evitar el fin último y conocido, desterrar la palabra de la seguridad y quebrar la certidumbre del sentido. La belleza y la muerte se unen en un mismo movimiento. Este es el juego al interior de los textos de Bataille: más que importar la claridad y distinción de los conceptos de su discurso, interesa precipitar su temblor. Hacer que la seguridad del saber se nuble y se desgrane. El sujeto se descentra y pierde su protagonismo, y el objeto del discurso se diluye en ese des-enfoque:
“La poesía lleva al mismo punto que todas las formas del erotismo: a la indistinción, a la confusión de objetos distintos. Nos conduce hacia la eternidad, nos conduce hacia la muerte y, por medio de la muerte, a la continuidad: la poesía es la eternidad.”
Enmarcar a George Bataille dentro de una disciplina es una especie de traición a su obra, entenderlo como filósofo, sociólogo, poeta, escritor o ensayista es una forma de etiquetar su obra para nuestro rápido encasillamiento. Es necesario recorrer sus escritos para atravesar su enigma y comprenderlo como una totalidad que no es fácil describir. Un hombre que ha hecho de la experiencia su obra.
Nació el 10 de septiembre de 1897 en Billom, Francia. Su padre era ciego debido a la sífilis y padecía una Parálisis General Progresiva. En 1914, cuando el pueblo donde vivía fue evacuado, durante la ofensiva alemana, fueron a Riom-ès-Montagnes, con la familia de su madre, forzados a dejar al padre que, murió al año siguiente aislado. Bataille se convirtió al catolicismo poco después de estos acontecimientos. Queriendo «tomar los hábitos» ingresó en el seminario de Saint-Flour en 1917. Con esta perspectiva publicó el que se considera su primer texto: Nuestra Señora de Reims, dedicado a la gloria de la catedral destruida por los bombardeos.
Durante sus años de estudiante fue alejándose del catolicismo. Abandonó el seminario y se instaló en París. Por entonces comenzó la lectura de Más allá del bien y del mal de Nietzsche, que se convirtió en uno de los ejes e influencias más marcadas de su obra.
En 1922, se recibió de bibliotecario y comenzó a trabajar como empleado en la Biblioteca Nacional durante veinte años, luego trabajó en Carpentras (1949) y en Orleáns (1951). Ocupación que le otorgó espacio para desarrollar su proyecto filosófico al margen de la academia y los académicos. Nietzscheano y marxista en forma simultánea, veía en lo dionisíaco de Nietzsche y en la revolución marxista dos formas que quebrantarían lo que tanto lo obsesionaba: la homogeneidad fascista y el productivismo.
En 1928, publica Historia del ojo, con el pseudónimo de Lord Auch. En esta obra el erotismo, la muerte y la violencia se convierten en sinónimos. Influenciado por el Marqués de Sade, su obra se convierte en una especie de cuerpo desnudo, las imágenes toman relevancia y Bataille logra crear con el lector una especie de rito iniciático, donde la complicidad y el sadismo movilizan en una especie de comunión. El placer y el dolor son análogos y la tranquilidad se vuelve equivale a la muerte.
Luego publicó El pequeño (1943), con el pseudónimo de Louis Trente y en 1957 El azul del cielo, (escrita en 1935). En sus obras el sacrificio se vuelve un ritual de comunicación. Forma del gasto, del derroche, de exhibición de la existencia misma en su finitud. La imagen se muestra como vestigio, nunca como una presencia estable y acabada.
La obra de Baitalle se revela en forma de destellos, desde lo múltiple crea. Incluye en sus escritos novelas, ensayos, relatos, poemas y variados artículos en revistas y diversas publicaciones.
Desde La experiencia interior (1943) y La parte maldita (1949) a El erotismo (1951) y en Las lágrimas de Eros (1961), su pensamiento revela una tensión y la búsqueda de ir más allá de cualquier límite, de transgredir “la soledad del sujeto”.
El discurso es destruido y desde allí alienta la entrada en el no-saber. Pero es en ese desgarro de la palabra, donde aparece la poesía como una vía por donde acceder a la comunicación desde la intensidad, desde ese no-saber, desde la ruptura del distanciamiento entre sujeto y objeto. Al respecto dirá: “La poesía que no se eleva al no-sentido de la poesía no es más que el vacío de la poesía, es sólo una bella poesía”. El poeta se erige como un sacrificador, como aquel que sacrifica al lenguaje para dar cuenta de la oscuridad de la que tanto huimos.
Esta misma noción del límite sacrificado, improductivo, es la que aparece en sus novelas Madame Edwarda, publicada en1940, El cura C (1950) y en Mi madre (1966), así como en su poemario Los Arcángeles, publicado en 1944.
Si bien nunca perteneció al movimiento surrealista, mantuvo relaciones y amistades con muchos de los artistas que adscribían a dicho movimiento.
A comienzo de los años ´30, Bataille participó del Círculo comunista democrático y escribió en su revista Crítica social. Más tarde Bataille fundó el movimiento Contraataque que mantenía una fuerte disputa con André Breton (uno de los fundadores del Movimiento Surrealista). Para 1936, formó parte de la publicación de los cuatro números de Acéphale, en la que parte su texto programático fue:
“Es tiempo de abandonar el mundo de los civilizados y su luz. Es demasiado tarde para pretender ser razonable e instruido, pues esto condujo a una vida sin atractivos (…). Es preciso rechazar el aburrimiento y vivir solamente de lo que fascina.”
Hacer referencia a la obra literaria de George Bataille es hacer referencia a sus múltiples, y nunca definitivos, posicionamientos como ex seminarista, pornógrafo, comunista revolucionario, bebedor, orgiasta, cercano al círculo surrealista, bibliotecario, místico, ateo (convertido), nietzscheano, y tantos otros rótulos que podríamos nombrar como para intentar abarcar (sin lograrlo) su identidad y sus creaciones. Tomando siempre la palabra como el límite a ser destruido, y en ese mismo movimiento generar una comunicación con el otro que está más cerca de lo que creemos saber.
Bataille fallece en París el 9 de julio de 1962.
Véndame los ojos– G. Bataille
Véndame los ojos
amo la noche
mi corazón es negro.
Empújame a la noche
todo es falso
sufro.
El mundo huele a muerte
los pájaros vuelan con los ojos reventados
eres sombría como un cielo negro.
Eres el horror – G. Bataille
Eres el horror de la noche
te amo como se agoniza
eres débil como la muerte.
Te amo como se delira
sabes que mi cabeza muere
eres la inmensidad, el miedo.
Eres bella como matar es bello
con le corazón desmesurado me ahogo
tu vientre está desnudo como la noche.
1 comentario:
El de la foto no es Bataille, es Roland Barthes.
Saludos.
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