Por M. Emilia Sganga
El mar y sus movimientos, el agua y su fluir, la contemplación, la soledad, el amor y la ausencia. Recurrencias en las letras, en la poesía que viene desde Barranquilla para dejarnos naufragando en un ritmo lleno de matices.
Así se nos presenta la obra de Meira Delmar, seudónimo que la poeta Olga Chams Eljach se ha dado para sí misma. Y en ese nombre aparece ya la recurrencia, el mar.
Poetisa nacida en Barranquilla (Colombia), en 1922 e hija de padres libaneses. A sus once años se acerca a la escritura de sus primeros versos, que fueron publicados cuatro años mas tarde en la revista Vanidades de Cuba. Fue en esa publicación cuando decide firmar con el seudónimo por el cual fue conocida, intentando evitar que sus padres y amigos descubrieran que esas letras publicadas eran de su autoría.
A sus veinte años publica su primer libro de poemas Alba de olvido, al que le siguieron: Sitio del amor (1944); Verdad del sueño (1946); Secreta isla (1951), poemario donde la poeta reconoce que en ha llegado encontrar allí su propia voz; Cuadernillo de poesía Nº 26 (1957); Huésped sin sombra. Antología (1971); Reencuentro (1981); Laúd memorioso (1995); Palabras. Prosa (1997); Alguien pasa (1998); Pasa el viento. Antología poética. 1942-1998 (2000); Viaje al ayer (2007).
En esta colección de publicaciones aparecen formas e imágenes que nos llevan a transitar la pregunta por el amor, la muerte, el olvido, la ausencia y el mar que late en cada uno de sus versos.
Durante su juventud estudió Letras en Roma y música en el conservatorio Pedro Biava de la Universidad del Atlántico. Fue en dicha universidad donde años más tarde fue profesora de historia del arte y literatura.
En 1958 comenzó a trabajar como directora de la Biblioteca Pública Departamental del Atlántico, cargo en el que se desarrolló durante 36 años. Esta Biblioteca hoy lleva su nombre.
Para 1971 la Universidad del Atlántico le otorgó el Doctorado Honoris Causa en Letras. Y formó parte de la Academia Colombiana de la Lengua, desde 1989. Recibió reconocimientos no solo en su país sino también en el Líbano, en homenaje a sus creaciones. Fue la propia Universidad del Atlántico la que creo un premio en poesía que lleva su propio nombre. En 2009 y a sus 86 años Meira Delmar falleció, en su tierra natal de Barranquilla.
Al retomar sus letras podemos encontrar un esfuerzo constante por reducir la palabra a la sensación, a buscar una especie de pureza perceptiva que se comunique sin intermediarios con el lector. En una búsqueda por uniones repentinas, fugaces e impresiones momentáneas que va encontrando matices y texturas en las que sumergirse y navegar.
Y es en ese sumergirse en su mar poético donde la ausencia se hace voz, donde el amor se enuncia desde la ausencia y se hace presente, pero no se queda en la nostalgia solitaria sino que busca dar cuenta de la ausencia desde su fidelidad al amor, a la lejanía, y a la eterna presencia de la ausencia en el pensamiento que lo enuncia.
Verde mar – Meira Delmar
(Del libro Verdad del sueño)
1
De tanto quererte, mar,
el corazón se me ha vuelto
marinero.
Y se me pone a cantar
en los mástiles de oro
de la luna, sobre el viento.
Aquí la voz, la canción.
El corazón a lo lejos,
donde tus pasos resuenan
por las orillas del puerto.
De tanto quererte mar,
ausente me estas doliendo
casi hasta hacerme llorar.
2
¡Mar!
Y es como si, de pronto,
se hiciera claridad.
Ángeles desnudos. Ángeles
de brisa con luz. Cantar
del agua que danza una
zarabanda de cristal.
Islas, olas, caracolas.
Grito blanco de la sal...
Y el corazón, de latido
en latido, dice ¡Mar!
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