Casos y Letras: Condesa de Día


Por M. Emilia Sganga

A finales del siglo XII comienza a gestarse en la nobleza un ideal de vida relacionado con el refinamiento. Así la cortesía y la proeza de los caballeros se convierten en valores fundamentales de este universo. Poco a poco la cortesía se convierte en un culto al amor. De esta manera son los trovadores, poetas y músicos en lengua occitana, quienes se convierten en los precursores de una nueva forma de amar, de una concepción del amor como amor prefecto. Este ideal es fundamento de virtudes morales y sociales, reservados a la nobleza.


La poesía de los trovadores se define como canto y su forma más acabada es la canso, cuya temática se repite y gira siempre en torno a la petición del poeta a su amante y a la demostración de amor y súplica.

Si bien los trovadores de esta época fueron en su mayoría hombres pertenecientes a la nobleza, existieron también las trobairitz, quienes fueron la contrapartida femenina de los trovadores. 

El término “trobairitz” fue acuñado en el siglo XII y proviene de la palabra provenzal “trobar”. Las trobairitz eran compositoras y  poetisas que desplegaban su arte en las cortes occitanas de los siglos XII y XIII. Constituyeron el primer ejemplo en la Historia de la Música occidental de mujeres dedicadas a la música profana. En el caso de los trovadores, éstos podían ser de origen humilde, sin embargo las trobairitz eran de origen noble y estaban casadas con importantes nobles de ámbito provenzal.

Es necesario recordar que por entonces, en el Sur de Francia, se permitía cierta independencia económica de las mujeres de la nobleza dado que regía un sistema legal que permitía a las mujeres heredar propiedades y así, podían hacerse cargo de los bienes familiares en la ausencia de sus maridos.

Dentro de este grupo de trovadoras, una de las más renombradas fue Beatriz de Día (o la Condesa de Día), quien fue hija del Conde Isoardo II de Die (sur de Francia). Vivió entre los años 1140 y 1173 y estaba casada con Guillem de Poitiers, Conde de Vienne, quien además fue uno de los primeros y más consagrados trovadores de la época.
Una de las peculariedades de las canso de la Condesa de Día fue su obsesivo amor hacia el trovador Raimbaud de Orange (1146-1173), al que le dedicó varias de sus composiciones.

Lo que sus canciones van logrando es comenzar a resquebrajar la figura de la mujer como esclava de su marido, y comienza a aparecer su voz, donde declara abiertamente su amor adúltero, trágico y prohibido. Una de las canciones de las que se ha mantenido registro hasta hoy, es Ahora deberé cantar lo que no quería, una canción donde tematiza el amor no correspondido, el rechazo que sufre por su amante. Es una canción donde la tobairitz se dirige a él directamente. En esa obra aparecen los rasgos principales de lo que nombrábamos más arriba sobre este universo de cortesía, como la belleza, el valor, el juicio.
La “Condesa de Día”, escapa de las voces anónimas, de la pasividad y del silencio que caracterizaba a la figura femenina de la época, volviéndose transgresora, descarada y al mismo tiempo sutil. Fue una de las  grandes trovadoras, una voz del medievo, que nos abre una nueva puerta en la poesía, dando lugar a la voz y a la creación poética femenina.

A continuación compartimos su canción Ahora deberé cantar lo que no quería, la única pieza trovadoresca de autoría femenina cuya música sobrevive intacta. 


“Ahora deberé cantar de lo que no querría” – Condesa de Día

Ahora deberé cantar de lo que no querría,
Tanto me lamento del que no soy amiga,
Pues le amo más que a cualquier cosa en el mundo
Pero no valen ante él ni la piedad ni la cortesía
Ni mi belleza ni mi valor ni mi juicio,
Porque soy engañada y traicionada
Como sucedería si fuera poco agraciada.

Me conforto pensando que jamás y de ningún modo
Cometería equívoco hacia vos, amigo,
Sino que os amo más de lo que Segui amó a Valensa,
Y me agrada venceros en amor,
Amigo mío, porque sois el mejor;
Sois orgulloso conmigo en las palabras y en los modos,
Mientras que os mostráis amables con todos.

Me sorprende como hacia mí vuestro corazón se muestra duro,
Amigo, por lo que tengo razón para dolerme;
No es justo en absoluto que otro amor os aparte de mí,
Sea lo que sea lo que os diga o conceda;
¡Y recordad cuál fue el inicio de nuestro amor!
El Señor Dios no quiera
Que sea mía la culpa de la separación.

La noble virtud que habita en vuestro corazón
Y el alto valor que poseéis me intimidan,
Pues no conozco dama cercana o lejana,
Que, dispuesta a amar, no sea atraída por vos.
Pero vos, amigo, tenéis tanto juicio
Que bien debéis conocer la más perfecta;
Y acordaos de vuestro pacto.

Deben ayudarme mérito y nobleza
Y la belleza y aún más la sinceridad de ánimo,
Por ello os mando allá donde moráis
Esta canción, que sea mi mensajera;
Y quiero saber, mi gentil y bello amigo,
Por qué sois tan altanero y cruel conmigo:
No sé si por orgullo o mal talante.

Más aún quiero que os diga el mensajero:
Por demasiado orgullo mucha gente ha sufrido gran daño.

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