Zarpamos
en la ruta chamánica con Natacha Di Persia, por los senderos y riachos
del amazonas vamos descubriendo la fecunda literatura de Cesar Calvo.
Los
elementos de la literatura antropológica, sobre todo aquella ligada al
chamanismo, crean una realidad que cristaliza el potencial de la otredad y en cierta forma propician el rompimiento
de las fronteras de lo humano. La dimensión antropológica se relaciona con las múltiples
posibilidades dinámicas que existen para que los hombres se transformen y
sacien su afán de ser y estar consigo mismo y, a la vez, fuera de sí.
Las características que
forman parte de este movimiento literario pueden personificarse en la figura
del maravilloso Cesar Calvo, poeta, narrador,
ensayista, periodista y además gran compositor musical.
Nacido en 1940 en Iquitos , Perú,
dio a conocer sus primeros versos, a principios de la década del 60, en
los recitales que organizaban los distintos colectivos universitarios y sindicatos
de Lima.
Su primera obra, un poemario titulado Carta para el
tiempo, lo incluyó de inmediato entre los autores de la denominada
"Generación del 60". Generación
que asumía la poesía como un compromiso, Cesar Calvo dirá: “Aceptábamos
poetizar únicamente como resultado de un asombro común, colectivo en su origen
-en sus garfios oscuros- y colectivo en su finalidad, en su búsqueda, en su
abordaje y sus revelaciones”. Este fue el puntapié inicial para su larga,
extraordinaria y comprometida carrera.
En
1981 editó su gran libro Las tres mitades
de Ino Moxo, en el que logra crear un mundo donde el componente mágico de
la naturaleza se transforma en una necesidad.
El
relato comienza contando una historia de iniciación, el narrador, César Soriano,
entra en contacto con la ayawaskha[1]
cuando tenía apenas 13 años de edad, esta experiencia le entrega visiones
cargadas de sentido cognitivo y capacidades terapéuticas que inciden en que
años más tarde decida emprender un viaje al corazón de la selva amazónica.
La
ayawashka es tomada como un medio de conocimiento y comunicación con otros
mundos, una fuente de memoria que establece el contacto con los antepasados,
refutando aquellas interpretaciones que la presentan como una puerta de huida a
la realidad.
A
lo largo del camino se van intercambiando y creando nuevas visiones con ayuda
de brujos y magos, hasta llegar a Ino Moxo, pantera
negra en lengua Amawaka, que va a personificar uno de los personajes
principales.
De
niño secuestrado por los amawakas y criado por ellos con el objetivo de
preservar su cultura, frente al exterminio permanente de los “blancos”, logra
hacer visible la infinitud y la sacralidad que se oculta detrás de la
conciencia, condiciona.
De
la misma forma Ino Moxo nos advierte de las limitaciones del lenguaje,
afirmando que el castellano es una lengua insuficiente para trasmitir la
fecundidad de las voces de la selva: “En
castellano te será difícil entenderlo. El castellano es como un río quieto:
cuando dice algo, únicamente dice lo que ese algo dice. El Amawaka no. En
idioma Amawaka las palabras contienen otras palabras”
La
obra presenta una estructura narrativa compleja, que en cierto punto, pone en
jaque la lógica occidental del tiempo y del espacio. El objetivo puede estar
ligado a la intención de trasmitir diferentes vivencias relacionadas con la
ayawaska, donde se intentan fracturar las estructuras mentales tradicionales.
Esto se complementa con el uso de un lenguaje que intenta expresar instancias
inaccesibles para razón acostumbrada.
La
espacialidad en este libro toma un carácter especial, el lugar; la selva
amazónica, va a estar ligado a una tradición de resistencia y de identidad. El autor logra crear una
conciencia acerca del peligro que se
corre al pensarse a sí mismos desde categorías
ajenas y contrapone la propuesta de construir una identidad desde el
lugar de la memoria y de lo sagrado, que se caracteriza por brindarnos otra
forma de sentir, distinta a la
occidental, relacionándonos mágicamente con la naturaleza.
Cesar
Calvo a través de las páginas va descubriendo la cultura ancestral del
continente, integrándola a la naturaleza y definiendo los contornos de su identidad,
nos brinda la posibilidad de reinterpretar nuestras experiencias guiados por
los principios del cosmos y el necesario conocimiento de nosotros mismos, animándonos
a abandonar parte de nuestras creencias para crear otras nuevas.
Por Natacha Di Persia
[1] Palabra en Quechua
que significa “liana de los ancestros”, esta planta sagrada tiene su origen en
el tiempo mítico: o de la unión incestuosa entre el Padre Sol y su Hija, o del
conocimiento secreto del reino subacuático, o del cadáver de un chamán o de la
cola de una serpiente gigantesca que une el cielo y la tierra. Diferentes
grupos indígenas creen que la liana visionaria es un vehículo que hace que lo
primordial (o pre-humano) y también la vida del más allá sean asequibles a la
humanidad.
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