Sobre las Brujas...



La razón es el gran filtro que el sistema imperante posee para decantar todo aquello que no puede explicarse o que sencillamente no encaja dentro de los compartimentos de lo aceptable. Categorizar, etiquetar, rotular es la gran estrategia de control de la sociedad masculina falogocentrica. Aquello que queda fuera de los cajones y casilleros de dicho centro es condenado como brujería endemoniada. La razón ha sido un elemento funcional al sistema imperante. Mas que ayudar a reflexionar para transformar ha pugnado por reproducir e in-visibilizar  Las hegemonías se alimentan de las creencias que solo su poder genera y difunde. Lo que existe es aquello que puede nombrarse y ser asimilado por la tosca mente. Sin embargo, en la infinita paleta de colores de la intuición humana, la razón tan solo representa una mera gama de grises que oscilan tristes entre el blanco y el negro. Por fortuna junto con la razón el ser humano posee la magia y allí se amplia el horizonte. En el centro de la tierra madre habita el magma, el fuego creador hacia el cual mira el ojo femenino de la intuición  Las brujas poseen la cualidad de viajar mas allá del espacio tiempo dando lugar a los otros mundos posibles. Otros centros, que son muchos, espiralados y en constante expansión  Las brujas marcan el camino y nos guían hacia un nuevo hechizo sonoro. Allí habita una otra historia irracional signada por la intuición y seres que habitan mas allá de lo evidente y se hacen oír mas allá de lo audible.

Nicolás Falcoff

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Una bruja revuelve ingredientes en su olla gigante.

Mira hacia dentro. Mira el humo.

La olla contiene una pócima,

un conjuro de sabiduría más que de magia.


La fuerza de su olla radica en su multiplicidad.

Cuando no se usa para pócimas, trabaja de olla popular y

alimenta el coraje de quienes resisten en las calles y los campos.


El humo sube bailando.

La bruja adivina en él las verdades que viven

en el corazón de las mujeres, de todos los rincones del mundo;

la historia silenciada.


Mirando bien adentro de la olla se puede ver el mundo al revés.

En él, las tierras se desalambran y se llenan de gente.

Nadie teme la sabiduría de los pueblos,

ni cuestiona su poder para decidir sobre su vida.

Todas las voces se escuchan y se cuidan todas las semillas.


El mundo al revés es el mundo que queremos.

Quizás lo tuvimos y nos lo arrebataron,

quizás cada vez que intentamos nombrarlo y darle forma,

nos maltrataron, nos persiguieron, nos asustaron.


Como sea, el mundo del revés no es el mundo que tenemos.

Es el que estamos luchando por construir.

Verónica Gelman

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