Casos y Letras: Simin Behabahni – Nahid Kabiri

Por M. Emilia Sganga
Desde Irán, se nos abre una puerta hacia la lectura y el goce de una poesía otra. Tanto el idioma, como las tradiciones y la cultura en general se nos muestra como lejana. Sin embargo podemos acceder a este territorio desde la poesía o las letras, hecho que nos acercará de alguna forma a manifestaciones que allí se suceden. El idioma oficial de la República islámica de Irán es el persa o farsi, y es una de las lenguas más importantes del mundo en cuanto a cantidad de hablantes (también es el idioma oficial de Afganistán y de la República de Tayikistán). Recorreremos algunas poesías de autoras iraníes, que desde sus formas de expresión nos invitan a desandar una de las principales problemáticas de la región: el posicionamiento de la mujer.
La poeta Simin Behbahan, nacida en Teharán en 1927, retoma en sus obras las formas del ghazal, un género literario típico de la literatura persa, arábe y urdú, a las que la autora le adiciona temas teatrales y conversaciones cotidianas ampliando así las formas poéticas más tradicionales. Sus versos mantienen una clara línea marcada por la lucha por la libertad de expresión en su país.
Simin Behbahan escribió y publicó su primera poesía a los 14 años. Hija de un matrimonio con un fuerte compromiso político, su madre fue una reconocida escritora y profesora militante por los derechos de las mujeres iraníes, y su padre fue un escritor. En 1997, Simin Behbahan fue postulada para el Premio Nobel de Literatura. Para el año 2006 se sumó a la “Campaña por un millón de firmas” (dirigida por la abogada especializada en Derechos Humanos Shirin Ebadí, Premio Nobel de la Paz en 2003). En esta campaña el objetivo es la recolección de firmas por todo el país en apoyo a un manifiesto que expresa oposición a las leyes actuales que rebajan y discriminan a la mujer.

Yo he crecido - Simin Behbahan

Yo he crecido, yo he crecido, crecido de repente
de la raíz del amor y del frenesí sobre la tierra y la sangre,
¡ay!
¿Qué es este crecimiento y la foliación, sino algo menos que inútil?
¿Qué es con este granizo, este temor a la muerte, esta vida
corta?
Muchos brotes sin florecer cayeron del arbusto.
¡Estoy avergonzada de estos florecimientos inoportunos!
Cada hoja mía, sentada junto a la flor,
narra cuentos sobre la daga contra el corazón.
Pensé prender la lámpara del arrepentimiento del amor
quizás la razón venga a guiar el desvío de este alma.
¡Ay! ¡ Ay! la tempestad lo extingue
¡oh Dios, oh Dios, el demonio me engaña
Es mi alma y el amor cruel,
¿qué hará efectiva esta llama,
en este montón de paja?
El fuego de la imagen de tu amor, dio un color de rubí
a la bandeja plateada de mi poesía,
ya sea por casualidad o a propósito


Otra reconocida poeta que nos invita a su propio mundo y a su lucha es Nahid Kabiri, nacida el 24 de noviembre de 1948. Sus estudios la acreditan como socióloga de la Universidad de Teherán. Tiene varios libros poéticos editados como “Yalda”, “Sunset” y “Momentos en el viento”. Y también ha incursionado en la escritura de novelas, ensayos, artículos y ha publicado varios libros de relatos cortos. En su poesía se trasluce su lucha política, y nos describe a su manera, el posicionamiento de la mujer en Irán.

Petición Autorizada- Nahid Kabiri
¿Me permite usted, señor?
¿Puedo abrir las ventanas de mi corazón
a las envolventes tentaciones de la luz?
¿Y, aunque sea desde la distancia,
mirar las bellezas de la vida?
¿Me permite usted, señor?
¿Me permite ser yo misma – una mujer…
de entre todos los trescientos sesenta y cinco días del año,
por sólo uno, liberarme
de sus órdenes y prohibiciones?
¿Me permite usted, señor?
¿Me permite tomarme la libertad natural
de recostarme sobre la hierba verde
y siendo aún más generosa que el sol
dar al suelo expectante
la tibieza de mi cuerpo y alma?
¿O, en los cultivos a lo lejos,
posarme sobre un árbol solitario
para cantar en el campo
buscando la comunión con los pájaros
y la armonía con los ríos,
en los cuales nadan extáticos cardúmenes de peces
y, en recuerdo
de todos mis susurros de amor a la lluvia,
rendirme a una libertad por mucho tiempo ansiada?
¿Me permite usted, señor?
¿Me permite tan sólo por un rato en su sociedad impuesta
ser eximida de las molestias de los
“¡Detente!”s
“¡No hagas!”
“¡No!”s
y “¡Nunca!”s?
¿Me es permitido, si usted cortésmente me concede el derecho,
soñar con el amor?
¿Y, fascinada por los audaces versos del amotinamiento,
el encanto envolvente de un beso,
y el cautivador brillo de la libertad,
evadirme
de la severidad de los oficios domésticos,
impuestos exclusivamente a la mujer?
¿Me lo permite, señor?
¿Me permite por unos momentos de alivio, dejar
la aguja y el hilo,
la ropa y la plancha,
la tetera y la estufa,
y bajo los cielos infinitos del romance,
fusionar mi ser
con esos adorables momentos de sentido común e inteligencia,
que su “CÓDIGO” me ha negado siempre?
¿Me lo permite, señor?
¿Me lo permite, señor?
¿Me permite saludar algún día a un vecino?
¿O tejer una bufanda para algún transeúnte
Con los hilos de mis lágrimas no derramadas?
¿Y puedo emigrar sin un “permiso”
al altar de rosas
allá a lo lejos – en los fragantes campos de la primavera? ¿Me lo permite, señor?
¿Me lo permite?
¿Me permite luego burlarme de cualquier cosa de acá? Sí, burlarme, ¡señor!
Y decírselo en su cara:
su “Yasa”[1] es una vergüenza
y la justicia en la que usted cree,
es, de hecho, una desgracia.
[1] Antiguo y estricto código mongol.

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