Casos y Letras: Ernesto Che Guevara

Por M. Emilia Sganga

A 43 años de su asesinato en el pueblo boliviano de La Higuera, intentaremos rescatar los escritos del Che, indagar su lucha desde la letra, desde sus propias palabras. Como escritor y poeta supo nombrar con precisión y claridad aquello que creía y por lo cual luchaba.
Las letras logran así, ser la forma de su trascendencia material. Hoy al recorrer sus escritos se nos vuelven sus tiempos, se nos reabren sus preguntas, nos admiramos por su firmeza que nos permite continuar en el cuestionamiento de lo que nos rodea.
Gran parte de sus escritos pertenecen a sus diarios de viaje, en el que día a día narra los hechos sucedidos en lo cotidiano de los campamentos, los planes y los movimientos tácticos realizados. Sus apuntes durante la lucha en la Sierra Maestra, se convirtieron en los artículos que conforman sus Pasajes de la guerra revolucionaria. Y es allí donde narra cuando, en diciembre de 1956, encallaron en lugar equivocado en Cuba y él y varios de sus compañeros fueron heridos. Allí describe las imágenes y pensamientos que tuvo cuando fue herido y creyó que no se salvaría.
Es en esa misma serie de escritos donde aparece la crónica “A la deriva” donde describe con detalle el momento en el que él y sus hombres esperaban la muerte. Pasajes de la guerra revolucionaria, tiene como última crónica un homenaje que el Che escribe a su compañero asesinado en Guatemala, Julio Roberto Cáceres Valle ("El Patojo"), a quien le dedica unos versos de despedida:
"Toma, es sólo un corazón
tenlo en tu mano
y cuando llegue el día,
abre tu mano para que el sol lo caliente..."
Otra parte importante de sus escrituras fueron cartas, donde él lograba expresar en un lenguaje claro y directo, sus ideas al destinatario. Gran parte de ellas aparecen publicadas en Aquí va un soldado de las Américas, cartas a su familia que fueron recopiladas por su padre
La literatura y la poesía formaron parte de su propio paisaje desde pequeño. Sus problemas de salud durante su infancia, hacían que Ernesto permaneciera días enteros en su hogar y era entonces, donde pasaba su tiempo leyendo. Su madre, Celia, compartía sus lecturas con él. Ernesto leyó la biblioteca juvenil clásica, desde Julio Verne y Jack London hasta Horacio Quiroga, y luego se fue perdiendo en las letras de la tragedia griega, las novelas, los ensayos y las obras de teatro.
Durante su segundo viaje por Bolivia, México y Guatemala (entre 1953 y 1956) escribió varios poemas que fueron recopilados y publicados en el año 2007 en el libro Che Guevara: poesía completa. Los principales temas desarrollados en aquellos escritos describen la situación de los trabajadores mineros de Bolivia, las relaciones de intensa amistad que logró con ciertos compañeros de viaje, la rebeldía y la convicción que lo llevará a emprender su viaje a Cuba.
En dichas poesías las descripciones aparecen con un tono intimista donde la palabra toma fuerza desde la convicción y la lucha clara que se plantea. Es de interés remarcar que el Che, no le daba valor literario a sus poemas, su objetivo era que se conviertan en textos de recuerdo y experiencia.
Para noviembre de 1966 llega a Bolivia, experiencia que dejará plasmada en sus cuadernos. Día a día hará un repaso de las actividades realizadas, y una vez al mes se dedicará a realizar por escrito un balance de todo lo acontecido durante esos días.
Además de su diario, llevará 2 cuadernos más en su viaje, uno de ellos dedicado integramente a la transcripción de poesías de Neruda, Guillén, Vallejo y León Felipe. Poemas que él mismo copió en su cuaderno durante su campamento en la selva boliviana. Y en el otro cuaderno se encuentran reflexiones sobre extractos de autores y obras leídas por el Che. Estos 3 cuadernos fueron capturados por el ejército boliviano.
Lo último que escribirá en su diario será el día 7 de octubre de 1967, al cumplirse once meses de la inauguración guerrillera. Al día siguiente el Che Guevara fue herido y secuestrado en la Quebrada del Yuro. El 9 de octubre es asesinado en la escuelita de La Higuera (Bolivia), por orden del gobierno boliviano.
A continuación compartimos una de las poesías escritas por el Che, durante su segundo viaje por Latinoamérica (México, Guatemala y Bolivia, 1953-1956). En ella puede observarse la claridad de sus ideas y la propuesta de su lucha en la que se enmarcarán todos sus escritos. La palabra se constituye en un arma política, no ya desde la quietud sino desde la misma actividad. La escritura y la lucha como un mismo movimiento hacia la revolución.



Invitación al camino – Ernesto Che Guevera
Para Helena Leiva de Holst
Hermana, falta mucho para llegar al triunfo
Diciembre de 1954

Hermana, falta mucho para llegar al triunfo.
El camino es largo y el presente incierto;
¡el mañana es nuestro!
No te quedes a la vera del camino.
Sacia tus pies en este polvo eterno.
Conozco tu cansancio y tu desazón tan grandes;
sé que en el combate se opondrá tu sangre
y sé que morirías antes que dañarla.
A la reconquista ven, no a la matanza.
Si desdeñas el fusil, empuña la fe;
si la fe te falla, lanza un sollozo;
si no puedes llorar, no llores,
pero avanza, compañera,
aunque no tengas armas y se niegue el norte.
No te invito a regiones de ilusión,
no habrá dioses, paraísos, ni demonios
—tal vez la muerte oscura sin que una cruz la marque—.
Ayúdanos hermana, que no te frene el miedo,
¡vamos a poner en el infierno el cielo!
No mires a las nubes, los pájaros o el viento;
nuestros castillos tienen raíces en el suelo.
Mira el polvo, la tierra tiene
la injusticia hambrienta de la esencia humana.
Aquí este mismo infierno es la esperanza.
No te digo allí, detrás de esa colina;
no te digo allá, donde se pierde el polvo;
no te digo, de hoy, a tantos días visto...
Te digo: ven, dame tu mano cálida
—esa que conocen mis enjugadas lágrimas—.
Hermana, madre, compañera... ¡Camarada!
este camino conduce a la batalla.
Deja tu cansancio, deja tus temores,
deja tus pequeñas angustias cotidianas.
¿Qué importa el polvo acre?, ¿qué importan los escollos?
¿Qué importa que tus hijos no escuchen el llamado?
A su cárcel de green-backs vamos a buscarlos.
Camarada, sígueme; es la hora de marchar...


Uaxactún... dormida
A Morley, el desconocido y venerado amigo

Uaxactún, la de grises ensueños, voz escondida detrás del misterio; bella durmiente de los bosques nuestros! He venido a besarte los ruedos, o la verde maraña del pelo, o el aire que mide el silencio. Uaxactún, Uaxactún. Yo sé que tu muerte es invento del blanco: te dormiste cansada de andar por los siglos, compañera sola del monte infinito. Adivino el comienzo del sueño, cuando lanzaste tus glóbulos pardos—retoños del bronce— al fluir de los vientos, Uaxactún, Uaxactún. Imitando en atávico gesto la dispersión que allende los maresnos enviara el asiático ancestro. Y cuando lanzaste tu grito de adiós despidiendo al abuelo del abuelo del quetzalíneo Tecum. Uaxactún, Uaxactún. Y cuando cerraste tus ojos de templos, y cuando cruzaste tus brazos de estelas (detenidos relojes que duermen el tiempo). Mas tu embrujada quietud y el silencio cederán al influjo de un príncipe bello que "levántate y anda" te ordene en un beso. Uaxactún, Uaxactún. Ya se oye en tu sueño de siglos el trinar de aurorales alondras, anunciando el final de la noche cuando tus nuevos retoños de bronce se bañan al sol que alumbra sus tierras.
Uaxactún,
Uaxactún.
Es el final del sueño: se anuncia el príncipe; deviene el pueblo con pífanos y tamboriles, sembrando ejemplos rojos en el corazón de América.
M.I.O.

1 comentario:

yvonne dijo...

Muy bueno Emilia, lo mejor el final donde ya no prevalece la descripción!
Saludos
Yvonne