El choro

El choro es un género musical e instrumental brasileño con más de 130 años de existencia. Los instrumentos musicales típicos del choro brasileño son: guitarra de siete cuerdas, mandolina, flauta, cavaquinho y pandeiro

El conjunto está generalmente formado por uno o más instrumentos, como la flauta o la mandolina, que ejecutan la melodía, junto al cavaquinho (un instrumento específico de la música portuguesa) que hace el centro del ritmo, y una o más guitarras (entre las que destaca por su singularidad la de siete cuerdas), además del pandeiro como marcador de ritmo.

Como forma musical surgió a mediados de 1870, en Río de Janeiro, y en ese inicio era sólo considerada una forma autóctona de tocar ritmos extranjeros, que eran populares en aquel tiempo, como el vals y el chotis europeos, y principalmente polka, o los africanos, como el lundu.

El flautista Joaquim Calado es considerado uno de los creadores del Choro, o por lo menos uno de sus principales colaboradores en la determinación del género cuando incorporó el solo de flauta, dos guitarras y un cavaquinho. Se improvisaba libremente en torno a la melodía, lo que es una característica del choro moderno.

Algunos de los chorões (o intérpretes de choros) más conocidos son Chiquinha Gonzaga, Ernesto Nazareth e Pixinguinha. Y piezas muy conocidas son “Tico-Tico no Fubá” de Zequinha de Abreu, “Brasileirinho” de Waldir Azevedo, “Noites Cariocas” de Jacob do Bandolim y especialmente “Carinhoso” de Pixinguinha.


El choro y la política


Los choros eran, al final del siglo pasado, reuniones de gente de clase media baja en las que los músicos se reunían a tocar por placer, comida y bebida. El hecho es que nunca se trató del único género tocado por los grupos de choro. Se tocaban polkas, valses y tangos brasileros.

Era una música de la que todos gustaban pero que las clases dirigentes no aceptaban abiertamente. Muchos dudaban en llamar sus piezas musicales choro y preferían entonces llamarlas tangos en sus partituras impresas, a pesar de tratarse estilísticamente de choros. De cierta manera, debían disfrazar su música para que fuera aceptada.

La profesión de los músicos de choro comenzó mucho más tarde, en los años 20 cuando la música grabada empezó a popularizarse y los músicos comenzaron a tocar en funciones públicas.

Como el choro se originó en la polka, no cabía la utilización de la voz. Sólo mucho más tarde se dio letra a algunos choros famosos que pasaron a integrar el repertorio general de música popular brasileña. La percusión, representada por el pandeiro, hizo su aparición formal alrededor de 1919. La guitarra de siete cuerdas (la séptima es un Do bajo), que permitió tocar las líneas contrapuntísticas en el bajo con más libertad, fue introducida en los años treinta y ha permanecido hasta hoy como un componente clásico de los grupos de choro.

Durante los años cuarenta el número de grabaciones decayó indicando un declive aparente de la popularidad del choro. La guerra había cambiado considerablemente el orden social y económico; el nuevo equilibrio de poder en los medios de comunicación hacía que la cantidad de grabaciones no fuera ya una medida de la popularidad de un género. Una nueva era estaba comenzando en la música popular brasileña en la cual mucha de la nueva producción estaba dirigida a la emergente clase media de consumidores, clase que no se asociaba necesariamente a la música y a los valores de las clases populares.

A mediados de los años cincuenta, una nueva generación de jóvenes músicos comenzó a buscar la forma de introducir aspectos del jazz en la samba, cosa que los músicos profesionales ya venían haciendo desde un tiempo antes, en los salones de baile. La aparición de la bossa nova contribuyó a separar la música popular de sus raíces tradicionales. A pesar de todo, el choro continuó manteniéndose fuera del circuito comercial.

Hubo un renacimiento del choro durante los años setenta, esta vez bajo el impulso de una acción cultural voluntarista promovida por un gobierno dictatorial en busca de una base popular que le faltaba. La neutralidad del género que no está asociado a la hora actual con ninguna clase social en particular y el hecho de no tener letra que pueda evocar sentimientos particulares, le valió ser recuperado políticamente durante el régimen militar que reconoció el género como un objeto de identificación colectiva que trascendía clases y posiciones políticas.

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