Klezmer

La música Klezmer es oriunda de distintos países de Europa oriental que albergaron a los judíos askenazíes, quienes fueron los precursores de este estilo musical y desarrollaron la cultura Yddish.

Inicialmente, esta música era instrumental, de hecho la palabra Klezmer puede traducirse como instrumento musical o canción instrumental. La palabra klezmer (y sus derivados klezmeruke, klezmeriwke) eran usados como insultos. Aunque, en verdad, el significado etimológico de esta palabra es una combinación de dos términos en hebreo: kley, que es instrumento, y zemer, canción. En una traducción más amplia podría tratarse de una especie de “recipiente de canciones”.

Se dice que un klezmer (aludiendo al músico) no hace música, sino que habla y reza a través de su instrumento porque su lengua no es otra que el yiddish, un dialecto considerado vulgar como resultado de la mezcla de eslavo, alemán y hebreo.

En el siglo XV, grupos seculares no litúrgicos desarrollaron este tipo de música y se los denominó klezmorim. Ellos se inspiraron en el antiguo testamento para crear melodías con temáticas de celebración y alegría.

La música klezmer brinda, entre otras cosas, la posibilidad de rastrear las huellas del pueblo judío en la diáspora. Su origen remoto está en los cantos litúrgicos de la época de la segunda destrucción del Templo de Jerusalén, para los cuales estaba prohibido el acompañamiento musical. Tiempo después, la comunidad judía en la diáspora incorpora elementos de las canciones francesas y alemanas de la Edad Media.

El klezmer es fácilmente reconocible por sus melodías expresivas, con reminiscencias de la voz humana, la incorporación de risas, llantos y aullidos. Este estilo asume la propia tradición de la música jasídica y le incorpora sonidos, instrumentos y modos de interpretar de aquellos países habitados por los judíos de la diáspora.

Se reconocen como rasgos fundamentales de esta música la expresión lírica, la fuerza de la emoción; el ritmo llevadero; las particularidades de las escalas musicales utilizadas; la preponderancia de tonalidades menores sobre las mayores, incluso en piezas alegres de baile; la esbeltez de la sensación formal siendo como son piezas musicales diminutas y perfectas. Y, por último, y por supuesto, el movimiento pulsátil, cercano al ritmo del corazón.

Los instrumentos básicos del klezmer contemporáneo son tres, aunque en un principio eran instrumentos de cuerda, viento y percusión. La música judía, a partir del siglo XIX, dio importancia al clarinete, el acordeón y el violín, mientras que la gitana cambiaría el clarinete por la guitarra. Esto no quiere decir que no pudieran ser intercambiables o ampliables al piano, el tsimbl o cimbalón (compartido con los gitanos de Hungría), la flauta (fue reemplazada por el clarinete), el cello y algo de percusión.

En lo que al elemento improvisado se refiere, existe tanto en el klezmer como en los antiguos cantos litúrgicos judíos. Su convivencia con el jazz ha hecho que su expresividad cambie acercándose a los modos de esta música.

El mejor exponente actual de la música espiritual ashkenazí es el clarinetista Guiora Feidman, nacido en Argentina y Radicado en los EE.UU. Su colaboración más sonada ha sido en la banda sonora de la película "La lista de Schindler" en una partitura escrita en parte por John Williams, autor de las melodías de "El Violinista en el Tejado".

De formación erudita, Feidman comenzó a perder la visión a la vez que descubría la riqueza del legado klezmer, lo que le hizo variar su carrera de virtuoso clásico a mago del sonido klezmer. En sentido contrario, son varios los ejemplos de músicos clásicos cuyas primeras melodías salen del legado judío tradicional; entre ellos, el violinista Yasha Heifetz, el pianista Vladimir Horowitz, el cellista Emmanuel Feuerman y los más contemporáneos Isaac Stern, Brunoslav Huberman y Efraim Zimbalist.


La historia de los Klezmer


Los pogroms de finales de siglo XIX y comienzos del XX, hecho que se suma a la persecución y aniquilamiento de la cultura judía por parte del nazismo, hizo que el klezmer fuera desapareciendo y en la década de 1950 fuese complicado encontrar jóvenes religiosos judíos que supieran qué era el klezmer. No obstante, desde la década de 1970 existe una revalorización y músicos de jazz no judíos que comenzaron a interpretar klezmer y a formar bandas de esta música.

El género musical judío, originario de la Europa del Este, desmitifica hoy una larga historia de destierro. Desde sus orígenes en Polonia hasta su resurgimiento y diversificación en los Estados Unidos, la riqueza musical del klezmer manifiesta hoy señas de identidad inquebrantables al tiempo que se diversifica y expande geográficamente.

Gente de mala reputación, músicos nómadas que degustaban con exceso, en su pobreza, del vino y de las mujeres, los klezmorin (como se dijo, trovadores de la música popular judía en la Edad Media en el Este de Europa) eran el único recurso de las villas (shtetl) y de los guetos judíos para poder celebrar convenientemente, es decir, con algo de alegría, acontecimientos como las bodas.

Una música que hunde sus raíces en los guetos y poblados de una zona hoy polaca y llamada Galizia, que hace un par de siglos estaba bajo dominio de Rusia. Pronto, estos sonidos se expandirían por Ucrania. Los klezmorim (plural de klezmer) se reunían y formaban pequeñas orquestinas de instrumentación variada. A veces les acompañaba un marshalik (cómico) o un cantante de temas populares interpretados en lengua Yiddish, el idioma de los ashkenazís, basado en el alemán, salpicado de expresiones en hebreo (lenguaje reservado únicamente para uso litúrgico) y con su alfabeto.

El canto folclórico pronto comenzó a empaparse también de melodías para el baile. De esa manera, la música se acercó al alma del pueblo. Varios son los bailes que utilizan esta música como soporte. Quizás el más conocido es el freilaj, que puede ser rápido o lento, en compás de 2/4 y con dos o cuatro partes.

El sher o shérale es parecido al anterior, pero con un tempo menos alegre y pícaro. El jasidl es un baile jasídico sólo para hombres: lento, con inclinación a lo grotesco y la ironía. El kosher tantz, a pesar de su nombre que significa "baile puro", se basa en las danzas polonesas de ¾ y con un tempo de marcha. La pieza "Adiós a la patria" de Oginsky (1765-1833) era el kosher tantz más famoso.

Otro baile es la scochena, de carácter saltarín, en 2/4 o ¾, y cuyo origen etimológico está en la danza ucraniana del skoczek. La kozachtka proviene de Ucrania y Polonia, mientras que la patch tantz se caracteriza por sus palmadas y zapateos. Otro subgénero lo constituyen los gasn nigún, melodías callejeras aptas para el desfile de personalidades y de los novios hasta el altar.

Como se dijo, este género está íntimamente ligado al yiddish, por su tono jubiloso, muy adecuada para celebraciones. El klezmer se unió con el Jasidismo (movimiento, como la Cábala), que supuso un estímulo intelectual en un judaísmo estancado en la rigidez de la ley y en la figura del rabino.

El jasidismo nació a principios del siglo XVIII en Polonia con el fin de evitar que la Ilustración sedujera a la joven comunidad judía. Por ello promulgaba que para servir a Dios nada mejor que la alegría, ya que la melancolía y el aburrimiento lo alejaban de Él. Y el klezmer tiene ese júbilo lleno optimismo.

Muchos judíos abandonaron el Este de Europa a finales del siglo XIX y muchos más lo harían durante la persecución nazi y estalinista. El destino era los Estados Unidos, y el primer puerto donde arribar, Nueva York. Fueron los emigrantes europeos los que hicieron pervivir el klezmer antes y después de la Segunda Guerra Mundial.

Habría que remontarse a finales de los 80, coincidiendo también con el fenómeno emergente de la Knitting Factory (escenario underground neoyorquino), para empezar a captar la importancia de The Klezmatics en el auge del klezmer y sus derivados estilísticos (más o menos tradicionales o progresivos).

Formación neoyorquina ya muy consolidada (fundada en 1986), fiel a un ideario de mentalidad puramente judía, The Klezmatics ha sabido liderar esa corriente del klezmer que se sitúa entre la tradición y el mensaje radical, abriéndose a otros géneros populares.

El resurgir del klezmer se debe a la influencia de la música judía americana y del jazz, aunque ahora en Europa están saliendo grupos nuevos en las jóvenes comunidades judías de Francia, Alemania, Holanda, Hungría o Polonia, que se ven reflejados en este género con pasado y presente.

En Polonia, desde el corazón en el destierro, Budowitz (gran sexteto instrumental que añade voz femenina en un repertorio especializado en bodas judías) y, sobre todo, Kroke, el grupo de mayor proyección de ese país ex soviético, representan en sí mismos la retroalimentación de una música popular que cruza el océano para volver a sus orígenes históricos.

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