Por Estefania Abamonte
Existe una manera popular y poética en la que nos llega la historia del Inca, y es a través de su mitología. Las leyendas y los mitos del antiguo Perú, están totalmente impregnados de la religión politeísta del imperio incaico.
Se han levantado diversos templos en diferentes puntos clave del territorio Inca. Koricancha fue uno de los más venerados, ubicado en la ciudad de Cuzco en la sierra del país peruano. También conocido como “templo del sol” fue un lugar sagrado dónde se rendío culto al máximo dios inca: INTI, el Dios Sol, considerado como el progenitor de la nobleza inca, hijo de Wiracocha, creador de la civilización.
En Korikancha, también se rendía culto a Quillamama : la Luna, considerada durante los eclipses esposa del Sol. Otros relatos nos cuentan que el Sol, envidioso de su blancura le arrojó a la Luna un gran puñado de cenizas que ensució por siempre su cara. Pero otro mito nos asegura que las manchas lunares son la figura de un zorro, que enamorado de la luna llegó a ella trepando por una soga para raptarla y quedó adherido a ella para nunca más separarse.
Existe una manera popular y poética en la que nos llega la historia del Inca, y es a través de su mitología. Las leyendas y los mitos del antiguo Perú, están totalmente impregnados de la religión politeísta del imperio incaico.Se han levantado diversos templos en diferentes puntos clave del territorio Inca. Koricancha fue uno de los más venerados, ubicado en la ciudad de Cuzco en la sierra del país peruano. También conocido como “templo del sol” fue un lugar sagrado dónde se rendío culto al máximo dios inca: INTI, el Dios Sol, considerado como el progenitor de la nobleza inca, hijo de Wiracocha, creador de la civilización.
En Korikancha, también se rendía culto a Quillamama : la Luna, considerada durante los eclipses esposa del Sol. Otros relatos nos cuentan que el Sol, envidioso de su blancura le arrojó a la Luna un gran puñado de cenizas que ensució por siempre su cara. Pero otro mito nos asegura que las manchas lunares son la figura de un zorro, que enamorado de la luna llegó a ella trepando por una soga para raptarla y quedó adherido a ella para nunca más separarse.
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