Editorial clandestina

Por Nicolas Falcoff

El mapa político de Sudamérica, como todo mapa, es contingente y dinámico. Las fronteras que delimitan las actuales naciones de nuestro continente no estuvieron siempre. Si bien esto puede parecer una obviedad, es preciso recordar que en épocas coloniales el territorio hoy conocido como Argentina formaba parte de un bloque político y económico muy fuerte: el virreinato del Perú. Previamente a la conformación del virreinato del Río de la Plata, el epicentro socio económico de toda la región se encontraba en lo que hoy si conocemos como Perú. Desde Lima bajaba la población a ocupar los territorios del sur y por ende traía elementos de su cultura. Es por eso que en Sonidos Clandestinos hablamos de música sin mapa, de sonidos que trascienden fronteras y constituyen esa otra cartografía de los pueblos. Parte de la identidad de nuestra música latinoamericana debe su conformación a Perú y sobre todo a la influencia de la población afro descendiente. Al igual que la música Brasilera y la Cubana, en Perú los ritmos folklóricos de la costa negra tienen raíces enclavadas en Angola. De este país Africano, provenía una gran parte de los esclavos traídos a América. En sus bailes, sus toques y sus cantos podemos encontrar las raíces de la Zamacueca, el Landó y el Festejo. Estos son algunos de los diversos ritmos afro peruanos que en su continua transformación cultural derivaron en otros importantes estilos de la música criolla del cono sur como la Zamba y la Cueca (eternas deudoras de aquellos ritmos que fueron bajando desde el alto Perú hasta llegar a territorios hoy denominados Argentinos o Chilenos).
En este segundo programa en vivo y temático de Sonidos Clandestinos en su formato del 2009, a punto de cumplir cinco años en el aire, hemos elegido Perú como latitud. Y de pronto, al indagar ciertos orígenes, encontramos raíces inesperadas. Descendiendo desde el Perú, desalambrando fronteras, podemos reconocer el repique de los tambores, de los cajones, el canto de las voces ancestrales que desembarcaron en América y que bajaron con las tropas de carreta hasta llegar incluso a nuestro país. Es así como al escuchar la denominada música criolla, podremos distinguir los ecos de tierras lejanas luchando contra el olvido y el desarraigo. La América de Bolívar, no es ni fue un sueño únicamente político. La unidad y la hermandad del continente pueden hallarse y configurarse también desde la música. En las composiciones y la voz de Nicómedes Santa Cruz o de Chabuca Granda, parte de nuestra identidad cultural late y resuena. En la música criolla y afro del Perú también se encuentra parte de nuestra propia historia musical.

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