Por M. Emilia Sganga
Compositora e investigadora, que en ese mismo proceso deja de serlo, para convertirse en un todo que deja de aislarse para ser uno, para compartir. Desde este occidentalismo que nos enmarca, escribir sobre su obra es complejo. Implica el desafío de correrse de la división entre un sujeto que investiga y compone un objeto, para pasar a la totalidad del ser. Implica aislarse de la división para pasar a la descripción de la totalidad ¿metafísico, filosófico?, trascendental.
En la búsqueda del develamiento de los sonoro como transformador, de la composición orgánica y espontánea. En su obra pueden escucharse cantos en portugués, español, inglés, hindi, sánskrito y dialectos africanos. Pero su mayor apuesta es la creación desde un lenguaje propio, más allá de las palabras y convenciones, donde los ensambles de voces, fonemas y círculos sonoros generen una vía de comunicación interpersonal única. Siempre en la apertura de un viaje hacia las “profundidades del ser”, en el sumergirse, en la vivencia de diferentes estados energéticos, en el trance. En la unión del ser y el universo.
Algunas de sus investigaciones llegaron a la edición del CD de música vocal de la India “Mundos paralelos”, y luego “Womberé”, disco de ritmos de africanos. Sus creaciones viajaron por el mundo, cuando el productor Seoan, la invitó a ser parte del disco “Buddha Sounds I”, como vocalista y compositora, editado con el nombre de “Chill in India I”.
Junto a Sergio Saidel creó el Instituto de Proceso Evolutivos, en Buenos Aires, que tiene como principal objetivo la realización de actividades artísticas como danza, la música étnica, la comunicación y experimentación escénica. Actualmente coordina talleres de Cantos étnicos, cantos circulares e improvisación vocal, donde la invitación es a la exploración de la voz a través de formas de música intuitivas y ancestrales, como camino de transformación, e incorporando recursos para desarrollar la cualidad natural de la propia voz.
Desde mediados de este año, Carolina Chrem, viene presentando su nueva propuesta “Trance Ancestral”, donde la invitación es hacia un viaje por distintos estados, texturas y sensaciones a través de la riqueza rítmica-melódica y el carácter devocional de los poderosos ragas y mantras de la India y la música tribal del mundo, volcados en composiciones propias envueltas en una moderna sonoridad.
Paricipan en este proyecto: Ariel Casas, Eduardo Lastra (en tabla y otras percusiones); Julia Proserpio, en violín; Diego González -el bajista de Dancing Mood-, en bajo, y María Vigíl, en voz, armonio y percusión. En la presentación en vivo también suben a escena instrumentos como el didgeridoo de Australia y el berimbau brasileño, surbajar (sitar hindú de tono grave) y proyecciones para acompañar pasajes oníricos. Se presentarán el próximo viernes 9 de Octubre, a las 21.30 hs, en el Teatro Santa María (Montevideo 842).
Para una descripción de su propia obra, es bueno ir a la fuente: "Particularmente busco que no se pierda lo sagrado y el contenido espiritual de estas músicas en un espectáculo. En general, no son músicas creadas para un recital, sino que surgieron con una dinámica más tribal, ritual y espiritual. Lo que busco es integrar al público a ese origen y ese vínculo cósmico con la música para crear estados de trance, a través de fonemas, ritmos o formas de música instrumental",
Música tan profundamente escuchada que ya no se la escucha, ¿paradoja? No hay respuesta, en ese momento ya no existe “el músico” y “el oyente”, deja de haber una separación, un “yo” opuesto a la música, un objeto y un sujeto, el universo está lleno de sonoridad, el universo es música.
Compositora e investigadora, que en ese mismo proceso deja de serlo, para convertirse en un todo que deja de aislarse para ser uno, para compartir. Desde este occidentalismo que nos enmarca, escribir sobre su obra es complejo. Implica el desafío de correrse de la división entre un sujeto que investiga y compone un objeto, para pasar a la totalidad del ser. Implica aislarse de la división para pasar a la descripción de la totalidad ¿metafísico, filosófico?, trascendental.
En la búsqueda del develamiento de los sonoro como transformador, de la composición orgánica y espontánea. En su obra pueden escucharse cantos en portugués, español, inglés, hindi, sánskrito y dialectos africanos. Pero su mayor apuesta es la creación desde un lenguaje propio, más allá de las palabras y convenciones, donde los ensambles de voces, fonemas y círculos sonoros generen una vía de comunicación interpersonal única. Siempre en la apertura de un viaje hacia las “profundidades del ser”, en el sumergirse, en la vivencia de diferentes estados energéticos, en el trance. En la unión del ser y el universo.Algunas de sus investigaciones llegaron a la edición del CD de música vocal de la India “Mundos paralelos”, y luego “Womberé”, disco de ritmos de africanos. Sus creaciones viajaron por el mundo, cuando el productor Seoan, la invitó a ser parte del disco “Buddha Sounds I”, como vocalista y compositora, editado con el nombre de “Chill in India I”.
Junto a Sergio Saidel creó el Instituto de Proceso Evolutivos, en Buenos Aires, que tiene como principal objetivo la realización de actividades artísticas como danza, la música étnica, la comunicación y experimentación escénica. Actualmente coordina talleres de Cantos étnicos, cantos circulares e improvisación vocal, donde la invitación es a la exploración de la voz a través de formas de música intuitivas y ancestrales, como camino de transformación, e incorporando recursos para desarrollar la cualidad natural de la propia voz.
Desde mediados de este año, Carolina Chrem, viene presentando su nueva propuesta “Trance Ancestral”, donde la invitación es hacia un viaje por distintos estados, texturas y sensaciones a través de la riqueza rítmica-melódica y el carácter devocional de los poderosos ragas y mantras de la India y la música tribal del mundo, volcados en composiciones propias envueltas en una moderna sonoridad.
Paricipan en este proyecto: Ariel Casas, Eduardo Lastra (en tabla y otras percusiones); Julia Proserpio, en violín; Diego González -el bajista de Dancing Mood-, en bajo, y María Vigíl, en voz, armonio y percusión. En la presentación en vivo también suben a escena instrumentos como el didgeridoo de Australia y el berimbau brasileño, surbajar (sitar hindú de tono grave) y proyecciones para acompañar pasajes oníricos. Se presentarán el próximo viernes 9 de Octubre, a las 21.30 hs, en el Teatro Santa María (Montevideo 842).
Para una descripción de su propia obra, es bueno ir a la fuente: "Particularmente busco que no se pierda lo sagrado y el contenido espiritual de estas músicas en un espectáculo. En general, no son músicas creadas para un recital, sino que surgieron con una dinámica más tribal, ritual y espiritual. Lo que busco es integrar al público a ese origen y ese vínculo cósmico con la música para crear estados de trance, a través de fonemas, ritmos o formas de música instrumental",
Música tan profundamente escuchada que ya no se la escucha, ¿paradoja? No hay respuesta, en ese momento ya no existe “el músico” y “el oyente”, deja de haber una separación, un “yo” opuesto a la música, un objeto y un sujeto, el universo está lleno de sonoridad, el universo es música.
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