León Chávez Texeiro

Por M. Emilia Sganga

La década del ´70 fue, tal vez, una década de inflexión para la historia latinoamericana.

Golpes de Estado, autoritarismo, represión, censura y al mismo tiempo voces de rebeldía que hacían eco en aquellas fisuras en las que podía penetrar.

Si bien hablar de los ´70, es una especie de metáfora para denominar un proceso repetido en toda la región, en México se ha denominado a este período con el eufemismo “Guerra Sucia”.

Guerra, que no fue una guerra. No existieron aquí bandos enfrentados, sino que el aparato represivo estatal, con toda su fuerza se lanzó sobre la sociedad civil, teniendo como principal blanco a los estudiantes, los trabajadores y los gremios.

Estos años en México, fueron el comienzo de una dependencia casi total con la economía estadounidense. Aparecen las “recetas” del FMI, y con ellas las fugas de capitales, la baja en los salarios y los despidos.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. La persecución se daba así por diversos flancos, desde lo económico, lo político, y lo cultural. Y como a todo poder se le enfrenta, siempre, otro poder, las voces de denuncia no tardaron en llegar.

Uno de esos gritos estuvo a cargo de León Chávez Texeiro. Quien tuvo contacto desde joven con la realidad obrera, con las demandas y luchas sociales. Hijo de un obrero perteneciente a los Batallones Rojos quienes se sumaron la Revolución Mexicana (cuyas bases eran mayoritariamente campesinas), León Chávez nació y creció entre relatos de la Revolución de 1910. Su grito no sólo era por medio de la música, sino que también se reflejo en las artes plásticas. Desde allí intenta demarcar un nuevo sujeto político.

Desde sus acordes, su canción, y su pausada voz cuenta historias, pinta realidades e invita a vivir otras cotidianeidades. Arma personajes que no nos son en absoluto ajenos. En sus letras le habla a la rutina, a la explotación, y a esos pequeños detalles que nos hacer quienes somos.

Con su guitarra y su voz, se hacía presente en las puertas de las fábricas, y esa era su forma de estar alerta, su forma de denunciar de luchar por algo distinto. La larga década de los ´70, irá dejando espacios por los que filtrarse.

Sus composiciones son variadas, y pueden condensarse en tres discos: “La fundición” (Discos Pentagrama), “De nuevo otra vez” (Discos Pentagrama) y “Memoria” (Grabaxiones Alicia, 1999). En estos últimos años ha sido acompañado por Fernando Lozada en el bajo, en las percusiones, por Tonatiuh Hernández y los guitarristas Mauricio Díaz y Héctor Márquez.

Desde que tomó conocimiento del Levantamiento Zapatista, ha sido fervoroso defensor de su lucha. En sus palabras: “los zapatistas lanzan un grito anticapitalista que, a partir de los años 60, había un gran miedo a decirlo abiertamente” “la violencia no solamente es de las armas, la verdadera violencia es que tengas que levantarte todos los días para ser explotado en tu lugar de trabajo”. Adhiriéndose así a La Otra Campaña del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

León actualmente está radicado en Inglaterra (en Bath), y cada año viaja a su país natal ya sea para presentar algunas de sus obras plásticas o musicales y acercarse de esa forma a la resistencia y la construcción de una nueva realidad:

“Nuestra guerra tiene que ser distinta. Utilizando otras armas: nuestro corazón, nuestra lucha, todo lo que hace posible que el mundo se mueva: el agua, la luz, los barcos…La decisión de tomar las armas no va a resolver los problemas” L.C. Teixeiro.




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