La pregunta que nos hacemos es sobre qué se festeja en este llamado Bicentenario, y la repetimos hasta el hartazgo con el fin de encontrar una respuesta, pero no logramos hacerlo.
Desde aquí nos proponemos entonces hacer hincapié en este “Otro Bicentenario”. Es ese “Otro” que ha sido callado en el que nos interesa focalizarnos. Y si bien un repaso por nuestra historia, nos permitirá encontrar interminables y dolorosas formas de silenciamiento a ese “otro”, desde aquí centraremos nuestra mirada en la literatura.
Hablar entonces de Leopoldo Lugones, nos permitirá la entrada a aquellas formas poéticas que intentan borrar historias y narrativas creando ficciones que han circulado y que, lamentablemente, siguen circulando. Leopoldo Lugones ha sido un escritor, ensayista y poeta nacido el 13 de junio de 1874 en Río Seco, Córdoba. Durante su juventud comienza a acercarse al socialismo y al anarquismo.
Para 1896 se traslada a Bs. As, y se une al grupo de escritores socialistas junto a José Ingenieros, Roberto Payró y Ernesto de la Cárcova. Para esa misma época comienza a escribir en el diario La Nación.
Y si bien muchos afirman que existió un quiebre en sus lineamientos políticos, desde aquí creemos que existe una línea, un continuo, entre su primer izquierdismo ultra radicalizado y su posterior nacionalismo, adulador de la clase dominante.
En 1911 publica “Historia de Sarmiento”. Con respecto a esta obra es necesario pensar que era época de festejos centenarios, para lo cual Lugones se encargó de inmacular vida y obra de Sarmiento. Entronizándolo como un héroe intachable e incomprendido en su época, incluyéndolo dentro de lo que llamará “nuestros superhombres” junto a Rosas, Rivadavia, Mitre y Urquiza.
En aquella obra podemos encontrar pasajes como: “Los hijos sin mezcla del conquistador blanco dominaron, como herederos de la superioridad de aquél, al indio y al mestizo, evitando mezclarse con ellos para conservar esa condición; y la independencia no modificó dicho estado social, sino en la letra de las leyes inaplicables, puesto que contrariaban un hecho natural, indiferente a las declaraciones políticas”.
De ello sigue Lugones que los mestizos e indios aceptan natural y sumisamente su condición como “instrumento convencido del blanco, su aspiración suprema es servirle de elemento leal, por no decir pasivo, en el trabajo, en la milicia y en la patria”.
Uno de los mayores temores de Lugones se centraba en lo que despectivamente llamaba “la plebe ultramarina”, inmigrantes a los que veía como una masa amorfa contra quien era necesario combatir y elogiando sin disimulo a las clases dominantes, llega a decir que: “La libertad interior es lo más importante. Un pueblo puede depender del extranjero y ser libre en su hogar”.
Su obra “El Payador” (de 1913), está organizada alrededor de los valores de “el bien, la verdad y la belleza”. Es estos términos donde aparece su claro occidentalismo, su ejemplo a seguir, siempre bajo la necesidad de un supuesto “progreso” escalonado. Sus arquetipos serán Platón, Miguel Ángel y Washington.
Y dirá en esa obra: “Las condiciones étnicas, geográficas, y climatéricas producen pueblos distintos, que son, respectivamente superiores o inferiores. Del propio modo el artista, en virtud de leyes desconocidas hasta hoy, nace con la facultad superior de descubrir en la belleza de las cosas, la ley de la vida; y así representa para su raza, la superioridad que ésta goza sobre las otras”.
Luego de la Semana Trágica, la amenaza popular cobra para Lugones una forma concreta en el yrigoyenismo, y esto provoca un viraje hacia una posición decididamente reaccionaria. Seguido de ello el fascismo viene a dar soluciones a su antiparlamentarismo sostenido.
Para fines de los años ´20 era un ferviente impulsor de las tendencias fascistas que caracterizaban gran parte de los militares argentinos. Lugones fue un importante propagandista del golpe militar protagonizado por José Félix Uriburu el 6 de septiembre de 1930, que derrocó la presidencia Hipólito Yrigoyen.
Cerrando este recorrido Lugones, no dudó en afirmar que la Argentina no es hija de la política, sino de la espada, no es difícil sostener que gran parte de su obra ha mantenido un fuerte anclaje en una especie de darwinismo social.
Hablamos de formas y mecanismos literarios que hacen callar, que ocultan historias. Historias que queremos que resuenen y alcen su voz en este Otro Bicentenario. Desde Sonidos Clandestinos intentamos hacer visibles y audibles a aquellos otros que no entran en los festejos de este Bicentenario a secas.
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