Por M. Emilia Sganga
Retomar lo festivo como aquello que invierte lo cotidiano, el carnaval como un estado lúdico, como una representación de la vida desde el juego. Vivir el espacio, apropiárselo, generar un nuevo lenguaje, disfrutar de lo absurdo y poner de cabeza lo establecido.
Creación, arte y vida fundidas en un mismo movimiento. Gozar de una liberación transitoria que genera la pregunta por lo permanente.
Así hablar de poesía, de fiesta y de carnaval se convierte en hechos análogos.
Y en esta analogía aprovechamos la ruptura para hablar de un poeta y escritor colombiano: Jairo Guzmán quien se describe a si mismo como “un animal de la noche que atraviesa el día como quien se traga una hoguera”. Y en ese deglutir aparece su obra, una especie de llama constante que no teme al vacío, que juega con las palabras, las deshace y se pregunta (nos pregunta) por la coherencia de lo que aceptamos.
Su vida académica se ha desarrollado dentro de lo que llamamos “ciencias duras”, Jairo Guzmán se graduó en Matemática en la Universidad Nacional de Colombia, y nuevamente aparece en su vida, y en nuestro sentido común, una pregunta: ¿Matemática y poesía? Claro, aquí la respuesta está demás.
Ha publicado libros como Coro de ahorcados (1995) y Todo paisaje es la elegancia del ojo (1997) y es uno de los co-fundadores y co-organizadores del Festival de Poesía de Medellín.
Una vez más volvemos a lo festivo, al encuentro. Festival que nace de la iniciativa de un grupo de poetas reunidos en torno a la Revista Prometeo, que fundan en abril de 1991 el Festival Internacional de Poesía de Medellín con el objetivo de “ejercer resistencia pacífica civil desde una vía inexplorada hasta entonces en Colombia, y quizás en el mundo: la de la poesía”.
Desde 1996, la fuerza que tomó este Festival, dio empuje a la creación de la Escuela de Poesía de Medellín, de la cual Jairo Guzmán es el director. Los cursos, talleres, conferencias y coloquios que allí se establecen son “concebidos, diseñados y realizados por poetas invitados al Festival Internacional de Poesía de Medellín” y lo que allí se ofrece es de carácter gratuito y abierto a toda la comunidad.
Tomar la poesía como resistencia, lo festivo como encuentro, como una forma de goce desde lo corporal, desde la apropiación del espacio y desde lo creativo, nos permite abrir nuestra percepción y reflexionar sobre qué hacemos, sobre qué vivimos y qué aceptamos día a día.
Este carnaval - Jairo Guzmán
Este carnaval
ganó la batalla
esparció espigas
del oro del trigo intangible
que reluce entre lo que no se ve
¿Qué no se ve?
El fotógrafo
Digamos que no se ve
el sonido del verde
excepto si percibes su olor
El óleo verde huele a trementina
y el verde ¿a qué huele?
Si vamos por las rutas del verde
volvemos al carnaval
Eso es posible por la incesante necesidad
que el verde tiene del rojo
En este carnaval
el sacrificio consiste en derramar
la leche del misterio
en los pechos de los niños asesinados
A este carnaval
sólo asisten las huestes
de los Libertinos del Rayo
danzantes al ritmo
de la palabra no dicha
sólo aprehensible
por el eros de los objetos
Y la música todo lo conecta
a partir de abismos de silencio
que todo lo pueblan
para que el ruido dance
y sea la música
de lo que se desvanece por fricción
pero que resucita en roce universal
En este carnaval la música es médula
y el alcohol una doncellita de oro
a quien no la salpica la sangre
de los masacrados
sino el polvo solar del delirio
Para este carnaval
sus nociones son dadas
viviendo en las moradas del relámpago
donde canta la espiga del oro imposible
Serás guerrero cuando veas fluir el oro
de las lágrima.
Blog personal: http://elombligodelpez.blogspot.com
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