Por M. Emilia Sganga
Porque las relaciones lingüísticas siempre se enmarcan en relaciones de poder, es necesario remarcar este camino, desandar estas relaciones para poder comprender que detrás de la letra hay algo más que la “pura” palabra. Como si este purismo existiera, es necesario deshacernos de estas lógicas en las que estamos inmiscuidos andando por las palabras que nos hablan y que son habladas por nosotros.
Y es que el colonialismo va más allá del territorio, nos adentramos en la obra de un escritor que ha hecho de esta situación su materia prima, problematizando la propia lengua, deshaciendo la forma y resistiendo a la propia estructura que es impuesta. La supresión de las lenguas locales fue la estrategia llevada a cabo por el colonialismo con el fin de dominar y ejercer su presión sobre los territorios colonizados.
Hablamos aquí del escritor nigeriano Amos Tutuola. Y hacer referencia al territorio nigeriano nos obliga a remarcar la existencia de más de quinientos lenguajes existentes, y de las etnias que allí habitan. Desde la colonización inglesa y la imposición del inglés como idioma que unifica diversas etnias bajo el manto de una uniformidad que no existe, de una homogeneización que ha intentado borrar las diferencias, Amos Tutuola se levanta desde allí para deglutir al idioma oficial.
Nacido en 1920 en Abeokuta, sus padres eran granjeros yorubas dedicados al cultivo del cacao y profesaban la religión cristiana. Al morir su padre Amos debió dejar sus estudios y comenzó a trabajar en la fundición del cobre, al servicio del gobierno de Laos, y luego fue guarda de un almacén de Radio Nigeria en Ibadan
En 1946, a sus 26 años, Tutuola finalizó la escritura de su primer libro: The Palm-Wind Drinkard (El bebedor de vino de palma), y aquí comienza esta resistencia desde la literatura, realizando una apropiación del idioma inglés, deglutiéndolo y adecuándolo a las formas yorubas, tanto la forma como el contenido son totalmente resistentes al purismo lingüístico.
Es en esta obra donde los mitos del pueblo Yoruba se hacen presentes, adentrándose en lo fantástico, en una especie de viaje desde donde intenta dar una explicación al origen del mundo. Una cosmogonía de pueblos de creencias animistas, donde la naturaleza, el hombre, la magia, los muertos y los vivos conviven en un solo mundo, en un solo territorio. Amos Tutuola no recibió una educación en inglés durante su infancia; el yoruba fue su lengua nativa y para escribir The Palm-Wine Drinkard este autor transformó el yoruba oral en inglés escrito. El lenguaje que Tutuola utiliza es personal, de producción propia.
En 1952 publicó Mi vida en la maleza de los fantasmas, una novela donde aparecen nuevamente muchas de las tradiciones yorubas, pero escritas en inglés. Se inicia con la crudeza de la guerra que empujan a un niño de 7 años a internarse en la maleza, donde conocerá a todos los fantasmas que pueblan la vida de estos pueblos africanos.
Tres años después publicará Simbi and the Satyr of the Dark Jungle (Simbi y el sátiro de la jungla negra), con los que consolidó su formas de escritura. Mas tarde aparecerán otros títulos como La valiente cazadora africana (1958), Ajaiyi y su pobreza heredada (1967) y su última, obra publicada en 1990, El brujo del poblado.
Al mismo tiempo que publicaba sus obras fundó el Mbari Club, una organización de escritores y editores nigerianos. Se dedicó a la docencia en la Universidad de Ife (llamada actualmente Universidad Obafemi Awolowo University). Al jubilarse vivió en Nigeria, en Ibadán, donde falleció a los 77 años, en 1997.
Su obra nos invita a navegar en relatos yorubas, desde la resistencia lingüística, donde el inglés se convierte en un lenguaje a ser burlado y a preguntarnos qué hay más allá de las palabras.
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