Casos y Letras: Mudnakudu Chinnaswamy

Por M. Emilia Sganga

La palabra, nos aleja y nos acerca, puede ser un puente o un obstáculo. Reconocerlo desde el principio, desde el mismo momento en que uno escribe, es parte de atravesar estas opciones. Con éxito o no, uno sabe que escribir es lanzar al infinito la letra, sin conocer nunca, qué hay del otro lado ¿Cuál es la otra cara de la letra? ¿Y si no hay otra cara? Pensar la letra como una y contradictoria, es lo que nos permite desde aquí adentrarnos en ese camino infinito, inconstante e irreverente de “no saber” que hay más allá de ella.

Y es esa letra la que nos acerca a espacios lejanos pero no desconocidos. Poetas, escritores que van trazando, no un camino, sino múltiples y que nos proponen, sobre todo, la letra abierta.

Así llegamos a la India, largo viaje, y aquí estamos, aquí y allá, llegamos.

En esta ruta, hacemos una parada en Karnataka, un pueblo al sur de la India, y nos centramos en el poeta Mudnakudu Chinnaswamy, quien nació allí en 1954. Se lo considera miembro de una nueva generación de poetas que escriben en kannada, lengua oficial del estado Karnataka .

Chinnaswamy pertenece a ese estrato de la sociedad hindú, por debajo de todos y considerado como “fuera de las castas”, llamado en el pasado "intocable", porque un hindú de casta, sobre todo un brahmin, que tocaba, aún sin querer, un individuo de esa comunidad, se “contaminaba”.

Frente a esta situación, el poeta comienza a escribir, tomando como principal recurso su propia experiencia de vida, convirtiéndose en una denuncia de las opresiones vividas por él y que intenta hacer letra para salir a la luz. Convierte en imágenes las palabras, describiendo situaciones cotidianas, cuerpos sufrientes, lágrimas, sangre y elementos físicos que empiezan a aparecer en su poesía entablando analogías entre los cuerpos sufrientes y la sociedad toda, construyendo en sus poemas un clima denso, donde la palabra hiere y duele.
Poeta que logra jugar con los sonidos, con las resonancias de su idioma, criticando la búsqueda de la “poesía pura”, Chinnaswamy toma su obra como responsabilidad hacia su pueblo. La crudeza aparece tematizando la pobreza de los campesinos, los “intocables”, contra su explotación y discriminación, muchas veces criminal, que se practican contra ellos. Logra jugar con elementos de su ambiente, con elementos naturales, el sol y la luna como esclavos, y la poesía personificada por él mismo, para reflexionar sobre ella (y sobre él mismo).

Reconoce como influencia en sus poemas, los escritores negros de los Estados Unidos y sobre todo, los vachanas, poemas metafísicos compuestos por los protagonistas de un movimiento del siglo XII que buscaban abolir las jerarquías de la sociedad de castas, sobre todo la tiranía de los sacerdotes brahmin. En esos poemas la aspiración hacia la igualdad y libertad de todos encontraba su correspondencia literaria en un lenguaje muy directo, aunque con juegos de aliteraciones, forma libre e imágenes llamativas.

Actualmente Chinnaswamy es director de la corporación de tránsito de la ciudad de Mysore, pero su obra poética ganando lugar. En relación a su propia trayectoria, el poeta recuerda: “La pobreza y el analfabetismo son el background inevitable de todo dalit [educado] de primera generación en la India. Así fue el mío. Mi padre, aunque tenía un puesto menor con el gobierno (fue agente de policía), nos abandonó en el pueblo. Tuve que completar mi educación formal, hasta el liceo, estando en pueblos. Hice el colegio preuniversitario en Mysore y me gradué (Licenciado en Comercio) a la edad de 19 años. Quería seguir y hacer el posgrado pero mi padre manifestó que no podía apoyarme y me obligó a trabajar en lo que pudiera. En efecto trabajaba a medio tiempo para mantener toda la familia mientras terminaba los estudios (además de lograr el posgrado en comercio, Chinnaswamy lo completó también en la literatura de su idioma). "Es común en la India que un hombre de casta baja sufra humillaciones insultos. Como persona sensible me afectaban íntimamente. El dolor y la penuria hicieron de mi un poeta. Cuando empecé a escribir no tenía ningún otro escritor como modelo; yo era un principiante no académico. Sin embargo observaba con atención los movimientos dalia que se desarrollaban en los años setenta en Karnataka, por el estilo de la literatura negra, y los "pantera dalit" de Maharastra. Había leído algunos poemas de protesta de idioma Telugu, en traducción. Tenía mi propia gramática, pero la experiencia fue el ingrediente principal. Es por eso que mi poesía evadía la imitación. Más tarde obviamente los vachanas han llegado a ser un factor de gran influencia en mi ideología."

Letras, en este caso como puentes que nos conectan en un mismo mundo, compartir desde la poesía, lo infinito, lo irreverente de la letra escrita.


El esclavo romano y el peón contratado de Hangara Halli - Mudnakudu Chinnaswamy

Piel blanqueada por los golpes de la vara,
túnica hecha jirones,
cabeza rapada, espalda doblada y peor:
encadenado,
cuerpo torcido por el calor del fuego
pestañas oxidadas por el humo
envuelto en polvo de cantera –

una vieja película de Hollywood en blanco y negro
sintetiza el esclavo
del antiguo imperio romano:
el hombre era así.

En el largo viaje del tiempo
por todo lo que ha sucedido desde entonces,
como las máquinas, las matemáticas, la velocidad,
los satélites y el software,

con todos los que han venido y se han ido:
Mahavira, Buddha, Jesús, Mohamed,
Marx, Gandhi, Basava, Ambedkar;*
¿se ha purificado la mente?

La república democrática de hoy
es igual.
Vengan a Hangara Halli y vean
un cuadro idéntico a ese.
Otro estigma más, la intocabilidad,
está marcada sobre las viejas heridas,
tener prohibido usar calzones
es sal echada en las heridas.

Si se les escapa un quejido
mientras yacen encadenados
se les versa agua miel
en las heridas purulentas en sus piernas
y se deja las hormigas que trabajen.

LA VIDA ES ASÍ - Mudnakudu Chinnaswamy
Al graznido “ka ka”
de los cuervos se levanta
papá y dice
“mamá, veo blanquearse
el amanecer”.
Recoge su trapo de dormir
y se lo pone, piensa
podría perderse el becerro,
corre a la casa del amo.
Mi madre, su mujer
sale tras él,
limpia el establo,
unta con bosta fresca los pisos,
lava los dientes y se agacha
fuera
llenando un pliegue del sari
con las sobras de la casa.
Bajo el sol de mediodía
papá ara y siembra
y saca agua del pozo;
arroja gotas de sangre
convertida en sudor, y todo
para llenar el granero de otro.
Ordeñando los búfalos, pastoreando
las vacas y las ovejas,
llevándolas al agua, bañándolas,
ella misma sin refugio del sol
aguanta mi madre,
sin siquiera una taza de leche
para su propio hijo.
Los corderos se venden por collares
para el cuello de otra.
En la casa de ella
no hay becerro que brinque
ni vacas que meneen la cabeza cornuda,
no hay corredores para decorarlos con rangoli.
¡Pero qué devoción
a cosas que no le pertenecen!
Los cuerpos tan golpeados
por el mal genio del amo
y el egoísmo del ama
entran sosteniéndose en el rancho.
Mientras se duermen
un búho
dice “guk”.

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