Dura es la historia que forjaron los caboverdianos en su país, y por ese motivo la leyenda que relata la creación de su archipiélago habla de las islas que fueron abandonadas de la mano de Dios. Cuenta que al terminar de crear el mundo, Dios vio entre sus dedos restos de la materia usada para dar forma a la Tierra. Al sacudir sus manos, diez granos de ésta cayeron en el océano y de ellos surgió este archipiélago perdido en la inmensidad del Atlántico, a 500 kilómetros de las costas de Senegal, que es Cabo Verde. Tan perdido como inhóspito, ya que la Naturaleza ni siquiera dotó a las diez islas de lo mínimo para que el hombre se pudiera establecer allí. Puestas en los mapas en 1460 por los portugueses, tampoco entonces se convirtieron en un lugar digno para vivir. Tuvieron que esperar a que el comercio de esclavos revelase su potencial como escala en el tráfico de seres humanos, para que el hombre se animase a habitarlas. A pesar de la adversidad, hoy en día el archipiélago se ha convertido en una de las naciones de África occidental mas proliferas en cuanto a sus manifestaciones artísticas musicales.
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