La historia de las llamadas

La llamada bien podría ser la fiesta mayor del tambor, de los candomberos, de la danza, del colorido, del ritmo afro-uruguayo y de la emoción. Ocurre cuando los barrios Sur y Palermo se visten de gala para recibir las agrupaciones que representan a diferentes barrios de Montevideo y así forman el “Desfile de Llamadas”.
El concurso de llamadas se realizó por primera vez en el año 1956 y desde ese momento se ha constituido en la atracción principal para el visitante extranjero.
Desde la época de la Colonia y en los albores de la República se formalizó como una actividad espontánea, constituyéndose en una práctica ancestral desde las primeras comparsas en el siglo pasado.
El hecho folclórico está presente en la batería de tambores y en el juego mímico de los distintos personajes que componen la comparsa.
Las llamadas eran una forma de convocatoria. Los candomberos salían a la calle “llamando” con sus tambores a otros candomberos y de esta manera eran cada vez más los que se sumaban para tocar, bailar y acompañar el festejo al ritmo de esta manifestación cultural que es el candombe.
Actualmente la fiesta es distinta. Las agrupaciones se preparan durante todo el año y llegan de distintas partes del país. El día de “Las Llamadas” la celebración se vive intensamente. A la hora del inicio comienza la marcha con el calor del tambor. El “chico”, el “piano “ y el "repique" dialogan el ritmo, mientras que cada integrante de la comparsa hace lo suyo, con fervor y alegría, mientras la multitud en las veredas se mueven, sienten y bailan al compás de los que van desfilando.
En cuanto al candombe, tiene el significado de festejo y baile con tambor, incluyendo ceremonias rituales entre las que se destacó la coronación de los reyes Congo. Hacia 1870 el término candombe significa también la representación que una comparsa hacía del baile de la sala. Este último significado se continúa en el siglo XX en las comparsas de las Sociedades de Negros y Lubolos en sus Cuadros de Candombe y se extiende al presente a los temas cantados que se hacen con base de los tambores pero más suavemente, acompañando la parte vocal con otros instrumentos.
El candombe es supervivencia del acervo ancestral africano de raíz bantú traído por los negros llegados al Río de la Plata. Desde el punto de vista social, es una pantomima de la coronación de los Reyes Congos, pero imitando costumbres de los Reyes Blancos. Desde el punto de vista religioso, constituye un auténtico sincretismo entre la religión bantú y la católica. Los negros tenían como santos predilectos a San Benito y, en segundo término, a San Baltasar y San Antonio.
En la evolución de la música afro cultivada en el Uruguay existen tres etapas, bien diferenciadas. La inicial -incontaminada de todo elemento foráneo- es la auténtica, y corresponde a los misteriosos rituales traídos por los africanos: ceremonias esotéricas con cantos y oraciones mezclados con danzas guerreras.
En la calle Pérez Castellano, de Montevideo, y al compás de su “macu” (tambor grande) los negros revivían sus costumbres nativas, en jubilosas danzas con gritos, cantos, selváticas onomatopeyas y sensuales contorsiones, que trasuntan su visión animista del mundo.
La segunda etapa de las danzas afro-criollas abarca precisamente la formación del candombe. El negro enriquece su baile africano con figuras de contradanza, de cuadrilla y con elementos coreográficos que ha asimilado hábilmente del blanco.
La tercera y última etapa -a la que corresponden las comparsas carnavalescas- comienza en 1867, fecha en la que aparece la sociedad de negros “La Raza Africana”. A esta agrupación fueron sucediéndole otras tal como la de los “Negros Lubolos”, fundada en 1874.
Este fue el candombe que, a fines del siglo XVIII, se gestó en el Uruguay, y transfirió su airoso paso, sus personajes característicos y el tambor con su exuberancia rítmica.


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