Editorial clandestina

Por Nicolas Falcoff

Cuando uno se pregunta por la raíces, por el origen de los géneros musicales, la respuesta no suele ser clara y concisa. Preguntarse por la existencia de una música argentina, colombiana o venezolana es ingresar en una zona de indeterminación fascinante y en cierto modo inquietante. Porque no están claras las fronteras que pueden delimitar una música “propia”. En nuestro país, se dice que el tango nos representa, pero también existen los folklores regionales y las diversas manifestaciones populares del interior del país. Se dice que la música nacional, es aquella que es cantada en español y con algún tipo de raigambre en la tradición de los pueblos originarios, pero continuamente nos topamos con manifestaciones argentinas que re traducen géneros foráneos como el reggae, el rock, el jazz, el pop o el hip hop.

Quizás la clave para poder responder este interrogante esté en concebir una música que esté más allá de los géneros. O que los géneros oficien como un marco guía pero sin determinar dogmáticamente la música. Es innegable que cada país, o mejor dicho cada latitud, posee su música característica. Si enfatizamos la utilización de la palabra “latitud” para reemplazar la de país, es porque consideramos que no es la geografía oficial la que cuenta a la hora de recorrer musicalmente el planeta. Lo que tal vez haga propia o característica esa música es la conexión que existe con la identidad del pueblo que la genera, con su idiosincrasia, con sus hábitos y tradiciones. Disfrutar del folklore en grabaciones documentales o en manos de músicos con una actitud mas purista, puede ser una experiencia fascinante; pero escuchar sonidos que toman como punto de partida la tradición para despegar la música de raíz desde una óptica contemporánea es claramente una experiencia revitalizadora. Porque los géneros no se alimentan solo del pasado sino también de la audacia del presenta en torno a la experimentación futura. Los géneros son porosos, dejan salir e ingresar elementos y así se reconstituyen, se re crean y se mantienen vigentes.

Así como nos preguntamos qué es la música argentina podemos elegir cualquier otra latitud para indagar y nos vamos a topar con esta porosidad, esta complejidad de entramados. Hoy la elegida será Venezuela.
Y a la hora de preguntar por la música tradicional de ese país, nos topamos con manifestaciones artísticas que se llevan a cabo hoy en día, que nos permiten volver a escuchar joropos, merengues, valses y golpes desde una óptica actual y contemporánea, manteniendo la vitalidad de los géneros abiertos al juego y a la transformación. En este interjuego entre lo tradicional y lo contemporáneo se va construyendo en el día a día la identidad musical de los pueblos

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