Editorial clandestina

Por Nicolas Falcoff

¿De qué nos habla la música? ¿Qué resuena en nuestro interior con cada nota, cada acorde, cada repique del tambor? La música es un lenguaje que trasciende las palabras y a la vez nos define como seres humanos.
Todos los pueblos de la tierra tienen sus cantos, sus danzas, sus toques e instrumentos que marcan identidad. Nuestro continente Americano es un sólido ejemplo del sincretismo que hace surgir lo nuevo a partir del choque, de la mezcla. El proceso iniciado con la conquista y la colonización aglutinó en un mismo territorio geográfico indígenas, negros y blancos representando a su vez tres continentes (América, África y Europa) que en su interacción dieron lugar a nuevas músicas y nuevos ritmos. Dichos modos de expresión cultural sobrevivieron a los diversos intentos de tamización cultural que los colonizadores y sus herederos pusieron en marcha sistemáticamente. Pero siglos despues, está claro que a pesar de sus intenciones no han podido acallar ni eliminar un aspecto nodal de la identidad cultural de los pueblos: La música y la danza continúan vivas.
Siglos de opresión, explotación y marginación no fueron suficientes para silenciar las voces del canto, los golpes del tambor y los pasos de danza que tanto las tribus indígenas como los afrodescendientes mantuvieron vigentes a lo largo de la historia.
Si bien las fronteras se re dibujaron políticamente en el período colonial, al hablar de música esos límites se tornan ficticios e innecesarios. Asi se construye una nueva cartografia que refleja mas bien zonas o regiones culturales y no estados nacionales. Al igual que sucede con el resto de los países de latinoamérica; al desembarcar en Colombia, latitud protagonista de la emisión de hoy, nos encontramso con un amplio abaníco cultural. Cada región tiene bien marcada sus caracteristicas culturales y no es posible ahunar todo bajo un mismo criterio o concepto.
En el caribe colombiano encontramos “cantadoras” que reúnen a los habitantes de sus pequeños pueblos en torno a sus voces. En el pacifico colombiano la marimba de chonta nos habla de un puente vivo con áfrica y en los llanos los rasgos indigenas se conjugan con elementos hispánicos. Quien habla de la historía y de las costumbres de un pueblo, habla de la humanidad entera. La música cuando es de la tierra, es clara, y su idioma no posee fronteras, es universal. Si agudizamos los oídos, podemos percibir el canto de nuestros ancestros, en nuestro interior. Su canto se filtra por cada poro de nuestra piel y así vibramos con cada acorde, cada nota, cada repique. Y nos constituimos, nos identificamos como ciudadanos del mundo.

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