Música, resistencia y dictadura
Por Nicolas Falcoff
Hay preguntas que insisten: ¿Qué es una dictadura?
Inmediatamente surgen términos asociados como gobierno de facto, abuso del poder, imposiciones, atropellos de las individualidades y de la diferencia, exclusión y violación de derechos humanos. Eso es indudablemente parte de una dictadura. Genocidios impunes, masacres de ideas, quemas de libros, censuras por doquier, eso también es parte de un terrorismo de estado organizado y sistemático. Terrorismo que se autodenomina reorganización, orden y encauzamiento de la sociedad. Facto, hecho, impuesto. El avance de lo homogéneo, de lo que no admite fisuras. La fuerza por la fuerza, el mal radical. Formas de entender lo inentendible, de rodear el significado de aquello que nos excede como seres humanos y que se encuadra en la idea o en el concepto de dictadura militar.
Ahora bien, ¿qué es una democracia?
Aparecen las voluntades individuales, aparece el derecho al voto, la libertad de pensar y de decir, el gobierno del pueblo para el pueblo.
En teoría todo parece ser claro y distinto. Pero en la práctica sin embargo los términos se desdibujan y no pueden definirse tan fácilmente ¿Como se explica que en un supuesto contexto democrático la opresión sobre las mayorías siga siendo moneda corriente? ¿Como se entiende que dentro de estados democraticos encabezados por supuestos gobiernos elegidos por el voto popular, haya represión, desaparecidos, censura encubierta y manipulación de la información? Podemos mencionar tan solo como ejemplo los abusos a los derechos humanos llevados a cabo por los paramilitares en Colombia, y por los gobiernos en las comunidades indigenas de México e incluso de nuestro pais donde campesinos e indígenas luchan cada dia por ser reconocidos en su lugar contra balas de goma y topadoras. Podemos hacer referencia a los hechos sucedidos hace tan solo cuatro años en Atenco y Oaxaca, en el país latinoamericano que se enorgulleció de dar asilo político a los exiliados en los 70´s. Hechos recientes en México que desembocaron en presos y presas politicas victimas de torturas y violaciones, al mejor estilo de la contrainsurgencia de la tristemente célebre Escuela de las Américas.
Podemos también, porque no, mencionar a Julio Lopez como símbolo en nuestro país de uno de los desaparecidos en democracia. Acá nomás, a la vuelta de la esquina, podemos mencionar tantas cosas que nos van desdibujando los sentidos y nos obligan a preguntar nuevamente ¿Qué es una democracia?
La mayor parte de la población mundial que habita en los supuestos estados democráticos no posee acceso a la salud pública ni a la educación básica. Ni hablar del acceso a internet y a los grandes “avances” de la ciencia, también para unos pocos. Se multiplican las formas de ser analfabeto y cada nueva forma de analfabetismo es una manifestación más de la dictadura. De esa dictadura que supuestamente nos suena a pasado pero se nos hace presente no solo en Honduras, sino también en los muertos de hambre, de frío y de enfermedades curables en plena democracia. En cada comunidad de los distintos pueblos originarios que es desplazada de la tierra de sus ancestros, en cada nuevo proyecto megaturístico que destroza árboles y desmonta regiones enteras, en cada cerco mediático, la dictadura sigue presente y nos recuerda que nunca debemos dejar de preguntar y preguntarnos. Quizás preguntar sea la función primordial de la memoria. Ayer, hoy mañana. Palabras que nos hacen pensar en retrospectiva, activan la memoria y nos predisponen para el futuro. Las fronteras entre ellas ya no son tan tajantes. Y uno de los múltiples modos en los que la memoria puede ser acción transformadora es la manifestación artística. Ese mismo arte que en plena dictadura supo generar conciencia, decir verdades y derribar cercos. Ese mismo arte que encarnó la resistencia, ha sido, es y será uno de los puentes que activan la memoria convirtiéndola en algo concreto y contemporáneo. Ese arte nos recuerda que la supuesta democracia no es tal si sigue habiendo exclusión, atropellos y abusos.
La música es revolución, porque desde su gestación esta orientada a desalinear y a desalambrar las prisiones cotidianas que el silencio quiere tender. Desde Sonidos Clandestinos, nuestro aporte a la memoria, es un recorrido por la resistencia a las distintas dictaduras actuales y contemporáneas desde la música. Pero también, este especial clandestino pretende volver a plantear la pregunta. Ayer, hoy, mañana, la pregunta moviliza el cambio. La pregunta no se acostumbra y como un faro ilumina la posibilidad de construir otro presente. El arte tambien es pregunta. Pero fundamentalmente es un modo de sembrar vida donde reina la muerte, de aportar luz donde se impuso la oscuridad. Cada verso, cada acorde en resistencia otorgan la esperanza y la herramienta para no solamente soñar sino construir otro mundo posible, el mundo de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario