Día del Trabajador

Por Magali Schwartzman

El Día Internacional del Trabajador nace en 1889 en París, debido a una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional.
Estos sindicalistas fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en la lucha en la reducción de la jornada de trabajo a ocho horas diarias. Las condiciones laborales de la clase obrera eran lamentables. Niños, mujeres y hombres eran explotados en jornadas de hasta dieciocho horas diarias sin descanso semanal y con remuneraciones ínfimas.
El Presidente de los Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, la cual establecía las 8 horas de trabajo diarias, y esta no se respetada. A raíz de eso, el 1º de Mayo de 1886, la Unión Central Obrera de la ciudad de Chicago convocó a sus agremiados a una protesta por 80 mil trabajadores, que luego desembocaría en una huelga nacional que afectó a numerosas fábricas.
Esta lucha demostrada por los obreros marcó un antes y un después en la historia del mundo, instaurándose como “El Día del Trabajador”.
En Argentina, el día del trabajador se conmemora desde fines del siglo XIX. En 1890, se realizó el primer acto en el Prado Español de Buenos Aires, contó con la participación de movimientos obreros, integrados en su mayoría por inmigrantes alemanes, italianos, españoles y portugueses.
A partir de la primera presidencia de Juan Domingo Perón (1946-1952), el recuerdo del día del trabajador alcanzaría una notable importancia, organizándose celebraciones multitudinarias en todo el país. Las reivindicaciones obreras logradas por el peronismo, se convirtió en un día emblemático entre las diversas manifestaciones de la época, se destaca la convocatoria de los obreros en la Plaza de Mayo, quienes llegaban en multitud desde temprano para escuchar el discurso del presidente Perón.
En la actualidad, casi todos los estados democráticos lo festejan, mientras que los sindicatos convocan a manifestaciones y realizan muestras de hermandad.
Desde Sonidos Clandestinos, rendimos homenaje a los trabajadores por la lucha constante…



“El niño Yuntero”
Autor: Miguel Hernández

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja y ya encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta,
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvias y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente,
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a ese chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

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