Instrumentos Clandestinos (La flauta del afilador.)

Por Mario Efrón

Cuando pensamos en la música relacionada con el trabajo lo primero que se nos viene a la cabeza es el canto. Muchísimas canciones hablan de él en sus poesías, pero ¿existen instrumentos vinculados al trabajo?, por supuesto que sí. El trabajo del afilador está ligado desde hace años a la “flauta del afilador” también llamada chifre, chiflo o xipro. Este trabajador, que aún recorre las calles de nuestro país, se hace presente en el vecindario tocando su flauta, generando una inconfundible melodía que anuncia su llegada. Este código está instaurado en nuestra sociedad hace muchos años, todos sabemos interpretarlo y está relacionado, no a un pregón, sino a una melodía tocada en un instrumento musical.
Los afiladores llegaron a Argentina con la inmigración, según cuenta el periodista Alejandro Maglione en este artículo.  La mayoría eran gallegos provenientes de la provincia de Orense quienes a su vez aprendieron el oficio de los franceses que solían cruzar la frontera en búsqueda de trabajo.
La flauta que usaban estos primeros afiladores que llegaron a nuestro país era muy diferente a la que podemos escuchar hoy en día. Esta flauta, que llamaban chifre, es un instrumento aerófono perteneciente al grupo de las flautas de pan. Consiste en una tabla de madera tallada en forma de caballo a la cual se le practican agujeros del mismo diámetro pero de distinta longitud. La cabeza del caballo hace las veces de agarradera y los orificios se encuentran en lo que serian las patas. La afinación del instrumento depende de la longitud de los agujeros, cuanto más profundos son, más grave es la nota que producen. Por lo general suele tener 10 notas que tocadas consecutivamente forman una escala mayor.
Actualmente es raro encontrarse con este instrumento. Fue reemplazado por una flauta de plástico que se consigue en las casas de cotillón. También se trata de una sucesión de tubos pero en este caso, tienen un canal de insuflación lo que lo hace mucho más fácil de tocar.
Por la puerta de mi casa en el barrio de Parque Chacabuco pasa el afilador con su flauta dándole un soplo de aire fresco a la ciudad y sus ruidos. Todavía no le encargué que me afile ningún cuchillo, pero cuando lo escucho me alegra el día. 

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