Por Mario Efrón
El Rabel es un cordófono en el cual el sonido se produce al frotar sus cuerdas con un arco. Existe una variedad tan amplia de rabeles que sería imposible abarcarlos a todos en esta columna, simplemente intentaremos hacer una aproximación a un instrumento que tiene gran vigencia en muchos lugares del mundo.
En principio nos vamos a aproximar al rabel que se toca en varias regiones de España. Su origen es incierto, aunque el hecho de que su nombre nos remita al vocablo árabe rebeb o rebec, hace pensar que fueron los árabes los que lo trajeron a España.
Si bien existen muchos tipos de rabel en el territorio español, hay ciertas características que son comunes a todos. Se trata de una caja de resonancia construida con una pieza de madera ahuecada a la cual se le adhiere un mástil del mismo material. En algunas ocasiones caja de resonancia y mástil se tallan en una única pieza. La tapa, sobre la cual se apoyan las cuerdas, se puede hacer de muchos materiales. Puede ser una lámina de hojalata clavada con tachuelas a la madera, cuero tensado, el cual se clava húmedo a la caja de resonancia para permitir que copie su forma o puede ser una placa de madera fina. La punta del mástil, un poco más ancha, es el lugar donde se tensan las cuerdas, para lo cual se utilizan clavijas de madera similares a las del violín. Las cuerdas suelen ser de crin de caballo, de tripa o metal y se encuentran montadas sobre un puente que las separa de la caja de resonancia. El arco se construye con una rama flexible a la cual se le atan crines de caballo. Es necesario ponerle resina para permitir una mejor frotación.
Por lo general es el propio instrumentista quien construye su rabel utilizando los materiales que tiene a mano. Por eso es muy común ver tantas variantes en la construcción. Esta variedad se encuentra también en el número de cuerdas las cuales pueden ser una, dos o tres, dependiendo la región y el gusto del instrumentista. En el caso del rabel de dos cuerdas, estas suelen afinarse a distancia de cuarta o quinta. Una de ellas cumple la función de pedal o bordón, mientras que la otra toca la melodía que el instrumentista canta al unísono.
En Argentina el rabel fue adoptado por varios grupos aborígenes. Cómo es sabido, no hay registro de la existencia de instrumentos cordófonos en América antes de la llegada de los españoles, por lo tanto es indudable que el rabel llegó con la conquista. Los pueblos mbyá y toba entre otros, adoptaron el instrumento y lo adaptaron a sus costumbres, incorporándolo a rituales, fiestas e incluso atribuyéndole poderes.
El n-biké de los tobas se construye con una lata de forma cuadrada a la cual se le adhiere un mástil de madera. Tiene una sola cuerda de crin de caballo la cual se frota con un arco. El rabé mbya es más parecido al rabel europeo antiguo, construido en madera y con su caja de resonancia en forma de 8. Suele tener tres cuerdas.
Este es un pequeñísimo acercamiento a un instrumento de una riqueza apasionante y que viene recorriendo el mundo hace cientos de años. Espero que a ustedes como a mí les sigan dando ganas de saber más de él.
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