Por M. Emilia Sganga
Desde Bolivia, este periodista y escritor, supo hacer suyas las letras para combinarlas y convertirlas en su propia carta de denuncia. Pedro Shimose, nació en Riveralta, en la provincia de Antonio Vaca Diez, el 30 de marzo de 1940. Hijo de padres japoneses, instalados en Bolivia. Sus estudios universitarios en periodismo, los realizó en la Universidad Mayor de San Andrés, en la ciudad de La Paz. Antes de dar fin a su carrera universitaria, comenzó a desempeñarse como profesor de literatura en dicha institución, para luego convertirse en el director del Departamento de Actividades culturales en dicha Universidad.
Durante estos años publicará Triludio en el exilio (1961), Sardonia (1967), y Poemas para un pueblo (1968). En ellos Shimose, asimila las rupturas formales y experimentales de las vanguardias artísticas y mantiene al mismo tiempo, una dimensión social y política constante, donde la palabra es conceptualizada desde su poder subversor. Es en Poemas para un pueblo, donde traza un recorrido por las condiciones sociales de Bolivia, una especie de travesía por sus tierras. En su publicación Quiero escribir pero me sale espuma (1972), continúa con este trazo, pero le suma expresiones en quechua y lemas en inglés, como una forma de denunciar el avance de l imperialismo estadounidense en la vida cultural y política del continente latinoamericano.
En 1971, el escritor se exilia en España donde logra finalizar sus estudios en periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y comienza a trabajar en el diario Presencia. Fruto de su exilio publica Caducidad del fuego (1975), título que ya sugiere la línea de sus poesías. El autor comienza a debatir y a dudar de su propia voz como poeta, del valor que la poesía tiene, del sentido social que se le puede atribuir. Expresa en este libro el doble exilio, por un lado de su tierra natal, y suma el exilio de aquello que nunca más regresará: “en el exilio es donde tú...descubres que eres apenas un error”. Es en esta obra donde ese espacio vacío comienza a completarse con referencias a lo amoroso y a lo erótico, y que será explotado en su publicación Reflexiones Maquiavélicas (1980).
Más allá de sus publicaciones poéticas, Pedro Shimose también incursiono en la composición de canciones populares como El sombrero de Saò, Yesca enamorao, y Siringuero, son algunos de sus títulos. También escribió libros de cuentos como El coco se llama drilo (1976), dirigió el Diccionario de autores Iberoamericanos (1982) y el periódico cultural Reunión.
En su última publicación de poemas No te lo vas a creer (2000), el autor se hace cargo de toda su trayectoria, manteniendo su perspectiva de una conciencia individual creadora y crítica.
Epigrama – Pedro Shimose
Después de impresionar a las muchachas con nuestro ingenio;
después de quemar lirios, enterrar nubes e incendiar templos;
después de degollar vacas sagradas y asesinar dioses;
después de escribir sin mayúsculas y sin signos de puntuación;
Después de dinamitar museos y bailar en los cementerios;
después de perseguir la gloria y soñar que nos acostamos con ella;
después de pelear con dragones, imperios y quimeras;
de gemir porque publiquen nuestro nombre en los periódicos
y de reunirnos por la madrugada para derribar pirámides,
¿qué nos queda?
Un sillón en la academia
y una chequera.
En Quiero escribir, pero me sale espuma (1972)
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