Por M. Emilia Sganga
La poesía inmortal, la búsqueda eterna de la letra, la presencia. Un poeta que jugó con su soledad, que viajó desde los paisajes y que fue resquebrajando imágenes y construyendo mitos.
Un poeta que podemos llamar Li Bai, Li Po, Li Bo o Li Tai Bo, nombres que podemos encontrar designando a la misma que persona. Indicándonos que detrás de él, detrás del tiempo, no hay una sola historia, sino una multiplicidad de versiones que se cruzan y van construyendo un mito, una leyenda, una narración donde anclar sentidos.
Li Bai fue un poeta chino, nacido en el año 701. Fue uno de los poetas más importantes de la Dinastía Tang. Durante su juventud se vio fuertemente influenciado por el taoísmo y entre los dieciocho y los veinte años realizó dos retiros al monte Daitian, para aprender de los maestros taoístas, que inspiraron el temprano poema “Visito a un monje taoísta del monte Daitian y no lo encuentro”.
Ladridos de perro irrumpen en el rumor de las aguas,
Realza el rocío las flores de melocotonero.
Fugaces se ven algunos ciervos en el bosque espeso,
No se oyen campanas junto al torrente del mediodía.
Bambúes silvestres hienden las nieblas azuladas,
Manantiales vivos penden de las rocas jadeantes.
No hay nadie que sepa decirme dónde puede haber ido,
Descorazonado me apoyo entonces en algún pino
Sus construcciones poéticas rondan alrededor de elementos naturales, que se convierten en protagonistas de sus escritos como contemplación y como integración, que se funden con sus estados anímicos. Utilizando un tono lírico individualista y desenfadado, en el que describía las glorias del vino y de la naturaleza.
Además de crear sus obras, se creaba a él mismo, inventándose como un personaje, como una especie de bohemio romántico, desligado de la vida cotidiana y poniéndose por encima de una sociedad en la que parecía no estar demasiado a gusto. Algunos de lo apodos que él mismo se puso, fueron “El ermitaño de los lotos verdes”, “El exiliado del cielo” o “El dios de los perros”. Sus viajes lo mantuvieron como extranjero, lo que lo convertía en extraño y esa era la dislocación que buscaba.
Li Bai tuvo varias esposas pero sólo se conoce, a través de su poesía, datos de su tercera pareja, Zong, admirada por el poeta por sus conocimientos taoístas y a quien dedicó varios escritos donde tematizaba la distancia que los separaba pero que al mismo tiempo utilizaba como puente para sus creaciones.
A principios del año 740, Li Bai retomó sus viajes y por medio de un maestro taoista consiguió un puesto en la academia Hanlin, una institución ajena al gobierno pero que le aseguró cierta cercanía con el emperador Xuang Zong. Sólo tres años después de entrar a dicha academia se vio obligado a irse, por varias acusaciones en su contra y con la amenaza de caer bajo prisión.
Durante sus últimos años de vida, el poeta siguió viajando por el Río Amarillo. Murió en el año 762 en Dangtu (actual Abhui), dejándole encargada su obra al calígrafo, Li Yanghing.
Algunos estudios indican que escribió más de 20.000 poemas, de los que conservaron menos de la décima parte.
Fue en los últimos años del siglo VIII, cuando empezó a surgir cierto interés por su trabajo y a principios del siglo IX ya se tenía a Li Bai y Tu Fu como máximos exponentes de la poesía de la época.
Como marcamos al principio repasar la vida y obra de este poeta, nos obliga a una reconstrucción en el tiempo, tan lejano que deja lugares a las más variadas versiones. Su muerte no está a salvo de estas leyendas. Algunos cuentan que murió envenenado con mercurio, en la búsqueda de la inmortalidad. Pero una de las más bellas versiones, es que murió ahogado, cuando daba un paseo en barco, vestido de gala y ebrio, lanzándose al río para abrazar el reflejo de la luna en el agua.
BEBIENDO SOLO A LA LUZ DE LA LUNA – LI BAI
Entre las flores, un tazón de vino
bebo solo, ningún amigo está cerca.
Levanto mi copa, invito a la luna
y a mi sombra, y ahora somos tres.
Mas la luna nada sabe de bebidas
y mi sombra se limita a imitarme,
pero así y todo, luna y sombra serán mi compañía.
La primavera es época propicia para el goce.
Canto y la luna prolonga su presencia,
bailo y mi sombra se enreda.
Mientras me mantengo sobrio, somos alegres juntos,
cuando me embriago, cada uno marcha por su lado
jurando encontrarnos en el Río de Plata de los cielos.
EL SUEÑO DE CHUANG CHENG – LI BAI
En sueños, Chuang Cheng se convierte en mariposa
y la mariposa vuelve a ser Chuang Chen.
Un solo cuerpo toma diversas formas.
Las cosas de aquí abajo son en verdad inciertas.
¡Quién sabe si el agua de Pen-lai no proviene de un
humilde arroyuelo!
El que ahora cultiva melones en Puertas Verdes
era ayer el duque de Tong-ling.
Nobleza y fortuna son así, fugitivas.
¿Hacia qué parte corres y qué es lo que deseas?
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